miércoles, 15 de julio de 2009

De lo incomprensible de algunos hechos.


Hay noticias que sobrecogen el alma.
Las desgracias nunca vienen solas, siempre van acompañadas de otra que terminan convirtiendo la vida en una espiral dramática que parece que nunca vaya a tener fin, dejándonos totalmente desfondados y sin esperanza alguna. Así debe sentirse hoy Mohamed Mimouni. Hace apenas un mes tenía una vida, una esposa, un hijo por llegar. Hace dos días, sólo dos días, tenía un hijo y el comienzo de una nueva vida. En este momento, siente que ya no tiene nada.
Nos parece incomprensible que ocurran hechos como el que ha llevado a la muerte de Rayan. Todos nos unimos a su pena, a su dolor.Pero hoy, no puedo dejar de pensar en otra persona, una enfermera que posiblemente también esté llorando la muerte de Rayan. Una muerte nacida de sus manos y que le pesará toda la vida.
Las perdidas siempre son difíciles de superar, pero se tornan en insuperables cuando es un mismo quien las provoca.
Hoy dan ganas de llorar.
Llorar por Dalilha, por Rayan, por Mohamed y por esa enfermera que, estoy convencida, también ha muerto un poco.

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