martes, 2 de octubre de 2012

ENSEÑAR LOS DIENTES


Si le copio no me delatará. Sé que no lo hará porque yo sin él soy media, porque él sin mí es cuarto y mitad, y lo sabe. Lo sé.

Le copio, me copia. Un jersey azul, una chaqueta negra como la pez; un vaquero viejo, un tacón doblado; unas gafas viejas, un bono-bus gastado. Y no lo hará, porque, si lo hiciera, los cafés al cobijo de un hongo de butano terminarían, porque no habría más visitas de descortesía a horas descontroladas al amparo de una excusa estúpida y vulgar. 

No lo hará porque no es lo mismo sonreírse a través de un panel de poliuretano; ni rozarse las manos, al descuido, mientras se cruza un arco detector, que hacerlo inspirando el aire caliente que el otro exhala.

Y no lo hará porque no es lo mismo sonreír que enseñar los dientes. Porque la sonrisa, como dijo ÉL, es la perfección de la risa.







4 comentarios:

  1. Sí, pero incluso a esa distancia insalvable del poliuretano, puede existir ese fenómeno extraordinario de la perfección de la risa.
    Las cargas electroestáticas lo abarcan todo.

    PD. Mis menciones a la Física es por deformación profesional. Siempre quise ser de letras, pero no pude.
    Un chucho.

    ResponderEliminar
  2. En cambio yo siempre quise ser de ciencias, pensé que la lógica racional de las matemáticas y de la física justificarían todos los altibajos y movimientos vitales sin tener que buscar explicaciones más allá de lo que el método empírico me diera. Pero soy de letras, de malas letras. Consecuencia: un desastre en ambos lares.
    Besos electromagnéticos

    ResponderEliminar
  3. Bah ¡¡ mentirosos ambos dos , EA ¡¡
    La de letras ( muy buenas para mí), razona, altibajos inclusive, la mar de bien. Y el de ciéncias experimenta con las letras a base de bien , con resultados mganíficos .

    Fdo : La Pelota.

    Molt bó el escrit.

    ResponderEliminar