"De nuevo mataría, verle cerca
cual rostro de papel contra su pecho,
como sus cartas conservar solía
tornándolas piel nueva, viva y cálida,
pero ahora ella es papel, y fría siempre".
cual rostro de papel contra su pecho,
como sus cartas conservar solía
tornándolas piel nueva, viva y cálida,
pero ahora ella es papel, y fría siempre".
Te invita a que saltes sin mirar.
Tu maldad, tu maledicencia es feroz. Cualquier gesto que hagas es considerado
una muestra de ese ser retorcido y enfermo que llevas dentro. Eres una ofensa
continua.
Bajas la vista intentando intuir un
suelo que no ves, mientras valoras si es
mejor saltar por la derecha, o tal vez sea mejor hacerlo por la izquierda. Sólo
demoras el momento pero sabes que tampoco importa demasiado el costado que
escojas, de lo que se trata es de saltes, que desaparezcas y te conviertas
durante unos minutos, antes del olvido definitivo, en el reflejo de un ser gris,
mezquino, tan despreciable que merezcas un infierno perpetuo.
Y así, con una invitación a
conocer ese a quien no reconoces en ti, el silencio se adhiere a tu
garganta como una masa gelatinosa. Te aturdes, pero sigues sin ver el fondo porque tu
lugar no se encuentra allí, y te recuerdas que el mejor salto siempre es el que
se realiza de frente.
Esto: "silencio se adhiere a tu garganta como una masa gelatinosa", en el argot de los leñadores se suele llamar: "los cojones de corbata"
ResponderEliminarAbrazos.
Ni idea. Bss
ResponderEliminarEsta vez el texto no tiene humor, al contrario es un poquito deprimente.
ResponderEliminarAlguna vez en nuestra vida hemos tenido ese pensamiento negativo. Pero al instante ha salido nuestra fuerza interior y nos ha librado de él.Un saludo