Me levanto antes de que empiece a amanecer. Los gestos de
rutina van reordenando el día, pero el paso del tiempo, los años, mi propio cansancio,
han dejado que una pátina de nostalgia lo cubra. Dejo sobre la mesa,
perfectamente doblados, el mantel y las servilletas. Esta noche cenaremos en
casa.
Contra toda
costumbre, el ruido será menor y nos echaremos de menos, más. Los silencios de
unos cubrirán los de los otros y alguien, cuando apenas falten unos minutos
para la medianoche, brindará para que en el próximo año las ausencias sean
menos sabiendo que no será así. Sonreiremos con cierta indolencia
y nos rozaremos las manos mientras brindamos, sabiendo que cada día que pasa es
un día menos. Se nos escapa la vida.
Echo una mirada de
reojo a la mía y me produce vértigo. El tiempo pasa rápido y los juegos de
malabares ya no son los mismos, cada vez son más complicados, cada vez me
apetecen menos. Me digo que lo que suma casi siempre resta, pero que pocas veces
ocurre al revés.
Pero la navidad ya
está aquí. Sobre la mesa, aún calientes, reposan un mantel, unas servilletas,
la invisible presencia de los ausentes y cierta esperanza que resiste pese a las grietas.
PD. Feliz Navidad
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"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería,
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo,
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra".
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería,
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo,
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra".
No volveré a ser joven - Jaime Gil de Biedma-
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