"Quizá se le atribuye demasiado
valor a la memoria y no el suficiente a la reflexión.
La memoria es, dolorosamente,
la única relación que podemos sostener con los
muertos".
Susan Sontag
Susan Sontag
Este mediodía he acompañado a mi hermana mayor al médico.
Estas visitas suyas me ponen muy nerviosa. Su salud no es
la mejor y cualquier cosa, por pequeña que sea, supone una alteración de su
vida y la de todos los que la rodeamos. Me pone nerviosa porque se nos escapa de control y la voluntad ni sirve, ni cuenta para nada. Así son las cosas.
Al salir, hace un día estupendo. Nos vamos a pasear cogidas
del brazo como dos ancianitas que no somos, pero esa manera de agarrarse reconforta
mucho e incluso es divertida cuando llama la atención de los transeúntes que creen
cruzarse con la reencarnación de una joven Charlotte Rampling (ella) que le saca
una cabeza a su acompañante (yo).
La vida es un susto y deberías saberlo, me dice. Sé que
tiene razón, pero tengo la sangre espesa cuando afecta a los míos, cuando le
afecta a ella. La vida es un susto y doscientas mil calorías ingeridas para que
se pase, le recuerdo. Nos vamos a comer porque algo hay que echarse al cuerpo,
porque no hay que dejar que los sustos nos puedan y porque paga ella, que para eso es la mayor.
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