La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la
verdad,
la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia,
la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral,
siempre significarán el
seguro camino del fin.
Ayer terminó el
periodo voluntario para presentar la declaración del impuesto sobre la renta. Millones de
declaraciones presentadas al socaire de una publicidad muy malintencionada,
aunque parezca lo contrario, que
pretende generar un sentimiento de culpa colectivo basado en el discurso “si tú defraudas, estás acabando con todo”.
Y si no fuera porque estamos en un país en la
que los principales partidos políticos y parte de sus dirigentes están procesados, entre
otras cosas, por financiación ilegal, malversación de caudales públicos, tráfico
de influencias; y que nos desayunamos, día sí y día también, con las fabulosas SICAV de algunos políticos
que se llenan la boca de izquierdismos trasnochados que ya no casan con el
mundo que nos ha tocado vivir, por decir algo, o con los coches de lujo que
aparecen por arte de magia en los garajes de imponentes chalets unifamiliares, pues puede que la campaña incluso tuviera algún sentido, y hasta podría servir para remover la
conciencia de aquel que pretende ahorrarse unos cuantos euros al evitar el pago
del IVA.
Pero es que resulta que en
este país las grandes defraudaciones no provienen del señor o de la señora que le
pide al mecánico que no le cargue el IVA en el importe a pagar, o de cosas similares.
Porque esa “defraudación” (que lo es), en realidad y en la mayoría de casos,
solo sirve para que los bolsillos del contribuyente que vive de una nómina, de
una pensión o de una prestación por
desempleo, el mes que le llega el palo del gasto extraordinario, no queden limpios como una patena y pueda, aunque sea malamente, hacer frente al resto de gastos y necesidades diarias hasta que llegue el siguiente el cobro, si éste llega.
No estoy
justificando de ninguna manera que la gente no haga frente a los impuestos que
le corresponden, que nadie se lleve a engaño, De hecho soy de las que
piensa que es necesario la contribución de todos los ciudadanos al
sostenimiento del gasto que todos generamos en común y que esta participación
debe ser proporcional y progresiva a la capacidad de cada uno. Es cuestión de solidaridad social, al menos así lo
entiendo yo, por eso he pagado mis impuestos religiosamente. Me han dejado la cuenta
temblando y antes de que acabe el mes en casa sufriremos otro buen mazazo
impositivo. La cosa está así.
Pero aunque está
así, y pago porque lo debo, lo que me parece de escándalo y me provoca verdadera nausea es que encima sean "ellos" quienes quieran
dar lecciones de moral a tutiplén. Porque son precisamente quienes mueven los hilos del
sistema quienes intentan darnos sopas con hondas con sus triquiñuelas de
salón y sus intrigas palaciegas, quienes nos sacan hasta el tuétano sin
pestañear mientras se lo
llevan crudo de manera continuada. Con todo lo que llevamos soportando, solo nos faltaba la publicidad
moralizante entre telediario y telediario, mientras te cenas un nuevo escándalo
financiero o político, envuelto en el anuncio de una rebaja de impuestos que
es absolutamente falsa.
Así que si alguien
habla con alguno de los de la “casta”, la que sea, (por lo visto la “casta” es
mucho más amplia que lo que se decía inicialmente), que les haga saber que sus
anuncios nos la chuflan y sólo nos dan ganas de plantear la objeción fiscal. Que les diga, también, que dejen de vacilarnos de una
vez, y que les pida que si entre ellos queda alguno honrado que no se apiaden de sus corruptos compañeros de siglas, que los lleven ante los Tribunales para que esta panda de malvados no siga robándonos a espuertas, no solo el dinero, sino también las ganas y la propia democracia.
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