Cuando fue hasta la puerta no pensó en nada especial. Había pasado toda la noche dando vueltas en la cama. El calor era insufrible y en su piel se veía las marcas de las sábanas arrugadas. Había conseguido dormirse de madrugada por eso se sobresaltó al oír como golpeaban la puerta con insistencia.
Camino a trompicones y por la mirilla sólo vio una sombra imprecisa.
Tiró de la camiseta mientras entreabría la puerta. Por el resquicio no vio a nadie.
Sobre el felpudo encontró un paquete y una nota que decía que no debía abrirlo hasta medianoche.
Colocó la caja sobre la mesa y que no esperó más. Con cuidado desató el cordel que la cerraba y desenvolvió el embalaje que escondía una caja de lo más vulgar.
Abrió las solapas de cartón, dentro no había absolutamente nada. Alzó la ceja, cerró aquel misterio y se sentó a esperar.
Charlie Haden -
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