sábado, 6 de octubre de 2012

FUEGO DE VIRUTAS


Es curioso el modo en el que funcionamos las personas. Después de meses de muchísimo trabajo, puertas cerradas, disgustos y de vueltas a empezar repetidas, Jaime me envía un correo y me confirma, contra todo pronóstico, que nuestro trabajo, finalmente, si nada se tuerce, si nadie nos demanda, si no llega el fin de mundo, si nos dan un poco de tregua, meses y meses de letras cruzadas, párrafos corregidos, investigaciones absurdas, horas de reuniones interminables, familias desatendidas y soledades cubiertas a base de café, podrá ver la luz.

Por un momento, me transformo en un globo que empieza a deshincharse y necesito apoyar la espalda, pero el respaldo  no es suficiente, y me levanto cruzando los dedos, taconeando para liberar la tensión que aún guardo desde que sé que hoy será el día. Y así, mientras pienso que al final incluso puede que tengamos suerte y que lo que empezó como un descabellado proyecto que aunaba dos voluntades que se miraban desde la absoluta confianza profesional y cierta reserva personal, que arrastraba a otros mucho más confiados, finalmente  llegue a buen puerto.

Mientras miro la pantalla que tengo dividida en dos, pienso en las ganas que tengo de contárselo. Y pienso en el curioso modo en que algunos funcionamos y me doy cuenta que no tengo solución. Moriré del mismo modo, como he vivido siempre, como un auténtico fuego de virutas. Y así, en modo cabeza borradora, consigo, reconociendo que soy incapaz de “guardársela” a nadie, liberarme del angustioso peso con el que me cargué por la desidia de otro.  

Y sigo pensando en lo bueno que es compartir algunas cosas, en lo poco, poquísimo, que cuesta dar algunos pasos cuando se dan mirando de frente, cuando uno deja de contrariarse consigo mismo. Y pienso en lo delicioso que es sentir, aún en lo imaginado, el aliento  tibio de quien sabes que, pese a todo, está ahí, y en lo estúpidos y llenos de vanidad que nos convertimos cuando la ruina llama a nuestra puerta con la indolencia de los placeres mundanos.

Pero ya no me queda aire, lo expiré con el último taconeo. Recojo y apago la luz mientras pienso que tal vez mañana, o pasado, o tal vez nunca, le cuente que mientras recibía una noticia cualquiera, intrascendente para la humanidad pero importante para mí, pensé en decírselo a él, el primero, y estuve cerca de hacerlo, pese a todo.

13 comentarios:

  1. Pero a nosotros sí nos lo contarás ¿no? Me congratulo con tu alegría. Que disfrutes de este tiempo de vacas gordas igual que sufriste las flacas. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Ahora piensa que no se lo quisiste decir a nadie, ni siquiera a él, que no te escuchará, que no llega a comprender porqué te emocionas con la misma gota de lluvia transparente, que llega tarde a su estallido en el suelo.
    Ahora, concéntrate en una acogida cálida, simplemente en eso, en los rayos del sol cayendo sobre ti.
    Abrazos varios.

    ResponderEliminar
  3. entiendo el vértigo, después de tanta dedicación, de tanto esfuerzo, cuando llega la hora de la verdad es inevitable que flojeen un poco las piernas, como los lanzadores en la tanda de penaltis. no fear! seguro que ese proyecto conjunto triunfa.

    ResponderEliminar
  4. Montse: lo mío acaba convirtiéndose siempre en aquello que siempre decía Mayra Gómez Kemp: "Hasta aquí puedo leer" pero no descarto, claro, ir expiando por aquí como va la cosa.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Juanjo, todo eso que apuntas no es que lo pueda pensar, es que lo sé. Otro abrazo para para tí.
    (Que bueno verte por aquí también)

    ResponderEliminar
  6. Sí Raúl da cierto vértigo pero más vértigo me da saber que pese a los años, en algunas cosas, seguimos con las mismas aunque pensándolo mejor, quizá eso no produzca vértigo y sólo ayuda a comprenderse un poco más.

    ResponderEliminar
  7. Felicidades por la noticia, Anita.

    No se lo digas a él si no estás segura de que vaya a darle la importancia debida. Evita que te pueda decir "ah, vaya, no está mal, ya era hora".

    Hay que proteger las cosas importantes.

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias Fernando. Y es cierto, las cosas importantes hay que protegerlas siempre.
    Bienvenido.

    ResponderEliminar
  9. He pensado toda la semana en cuál sería el mejor momento para hacer uso de mi favor de desahogo, concedido tan desinteresadamente, y mandarte al pedo. Iba a hacerlo, pero acabo de decidir que no lo haré más, prefiero mandarte, en este momento, un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Pues que te conste que lo de mandarme al pedo, de modo sistemático, lo teníamos pactado para una vez a la semana. Así que se te ha pasado la boleta. Para mandarme al pedo tendrás que esperar a la próxima semana.
    :)
    PD. Otro abrazo para tí también aunque tu sexo sea un tanto tintineante y espeluzante, que lo sepas.

    ResponderEliminar
  11. ja, considero tintineante como un onomatopéyico cumplido y espeluznante como la razón que te hizo salir espantada del blog. Lástima que no pueda usar ahora la frase. ;)

    ResponderEliminar
  12. No salí espantada, es que no tenía suelto ;-)

    ResponderEliminar
  13. Ya nos contarás por que publicas esto de nuevo ahora. En cualquier caso, ahí va mi enhorabuena. Aplícala cuando tengas necesidad.

    ResponderEliminar