martes, 14 de enero de 2014

DAMAGED




Los que leemos por enfermedad sabemos que el mejor modo de hacerlo es estando solos, alejados de cualquier cosa  que nos pueda trastornar, y con el tiempo suficiente para que nuestra lectura sea algo más que un superficial roce con la realidad concebida a la medida de quien se esconde detrás de unas letras que, casi siempre, son peligrosas, muy peligrosas, para los que adolecemos del mal de la lectura.
Los que leemos, porque no podemos evitarlo, esperamos que cuando una novela cae en nuestras manos, nos atrape y nos coloque en su historia, aunque sea en escorzo y fluya de tal modo que al llegar a la última página intentemos demorar el momento de abandonarla. Porque los que leemos por el gusto de leer sabemos que una vez pasemos la última página nada volverá a ser lo mismo porque el recuerdo de las impresiones de lo leído nos modificará, en la medida que sea, el modo de emprender una nueva lectura.


Los que leemos por enferma devoción a la palabra escrita también sufrimos terribles decepciones y engaños. Pero nuestra enfermedad no tiene cura, por eso, una y otra vez, caemos en el perverso vicio de la lectura, buscando un rincón solitario en el que parapetarnos y continuar retroalimentando el infierno, o la gloria, que letra tras letra nos vamos forjando.




Todo esto que ahora digo, no sé porqué lo digo. En realidad quería hablar sobre las fotografías de Walker Evans, de la infinita tristeza que en ellas asoma siempre. La vida en un click. 
Pero me perdí. Quizá porque cuando me entretengo viendo las fotografías de otros, casi siempre pierdo el sentido del tiempo, como me pasa con los libros. No me lo tengan en cuenta, los que estamos enfermos de historias, acabamos volviéndonos disolutos e incluso un poco irreales.


Por último, una recomendación "Normas de cortesía" de Amor Towles, de la editorial Salamandra. Tampoco me lo tengan en cuenta, con ella, la novela, me debato entre el gusto y el disgusto, pero es lo que tenemos los que estamos así, enfermos de literatura. Por eso tampoco podemos los encadenamientos, en este caso, el de Walker Evans con Katey Kontent, la protagonista, o no, de "Normas de cortesía".






2 comentarios:

  1. Es una ley divina.
    Si se lee mucho, se acaba, de alguna forma, copiando.
    Aunque todos los escritos tienen algo de copia, incluso los muy célebres.
    No se salva ni Dios.
    aquello de ...hágase la luz, me sonaba mucho.

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  2. Bueno, la influencia es inevitable, y no diría que todo el mundo copia pero también es cierto que haberlas las hay.
    Besos

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