No te llamo para nada, solo para charlar
Anita Noire
Vuelve a sentir el pinchazo y automáticamente
se lleva la mano a la cabeza. Como sabe
cómo pincha lo que no debería de pinchar, respira y piensa que debe poner orden en los armarios. Éste no es el
mejor momento para que nada picotee por arriba. Por fin tiene una cita y hora con la Notaría. Lo primero es primario y lo segundo principal. Cambiar la penúltima voluntad no es cualquier cosa aunque al final
resulte que tu última voluntad (esa que creíste penúltima en lo esencial) se la acaben pasando por el arco de triunfo todos los
que vienen detrás. Ha encargado que
pinten su casa y, aunque lo mantiene en secreto, se quiere ir de viaje antes de que termine esta tibia primavera. Así que se rasca la cabeza, arriba y abajo,
mientras coloca bajo la lengua un analgésico que no va a hacer nada pero que amagará
momentáneamente el pantano que crece, a su aire, sin ningún respeto, por algún
lugar de su cabeza.
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