¿Qué tal? -Me pregunta en el ascensor.- Bien, nada especial
Iñaki Uriarte
Hace unos días fui a la farmacia, me subí a la báscula y
tras comprobar el éxito de la dieta llevada a cabo durante las últimas semanas,
me acerqué al mostrador, pedí un frasco de valerianas y una bolsa de gominolas.
Antes de llegar a la esquina de casa, a unas dos manzanas, ya no quedaba ni uno
solo de los dulces. Empecé con las píldoras, dos de golpe y la paz celestial en camino, aunque el olor a mierda,
porque así huele la valeriana, me acompañó hasta llegar al portal. El gato salió a
recibirme, como siempre. Al acariciarle me soltó mordisco rabioso como si la
mano que fuera del mismo diablo, cosas de la valeriana también, o de que hay
días que son así: de sonrisas y lágrimas, de dulce y boñiga.
La Valeriana me encantaba con el mandil sólo
ResponderEliminarTú sí que sabes.
EliminarPorque tienes al gato contigo?
ResponderEliminarBss
Porque vivimos en la misma casa
EliminarVivía con tu madre
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