Te dejé a un lado del camino y decidí no volver ni tan siquiera la vista atrás, seguir andando pese a que en ese mismo recodo donde te dejé olvidado, una parte de mí quedó enterrada. Ni una décima de segundo más buscando razones para tenerte cerca, ni una milésima de segundo más recomponiéndome de las ausencias. Nada va a cambiar.
Pero, sin saber cómo, mientras el frio del invierno me congelaba el cuerpo, algo se quebró. Se me descompuso la entereza en cientos de miles de partículas y hoy, los restos del cataclismo buscan un equilibrio imposible, sabiendo que es una batalla perdida.
Mañana tocará comenzar de nuevo. Buscar los motivos, las razones por las que un día decidí que allí, en aquella vereda, te quedabas y no cejar en el empeño de mantenerte en aquel lugar al que ni por un momento debí regresar.
Sólo así seremos nosotros de nuevo.
Pero, sin saber cómo, mientras el frio del invierno me congelaba el cuerpo, algo se quebró. Se me descompuso la entereza en cientos de miles de partículas y hoy, los restos del cataclismo buscan un equilibrio imposible, sabiendo que es una batalla perdida.
Mañana tocará comenzar de nuevo. Buscar los motivos, las razones por las que un día decidí que allí, en aquella vereda, te quedabas y no cejar en el empeño de mantenerte en aquel lugar al que ni por un momento debí regresar.
Sólo así seremos nosotros de nuevo.
No es malo desintegrarse para poder reconstruirse...
ResponderEliminarMe ha gustado.
Hit.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminar"Ser de nuevo".
ResponderEliminarPrecioso Anita. Una pincelada triste a la par que esperanzado. O sea, equilibrado.
Eso está bien :)
De tantas veces amar. Aunque no vuelvas tu mirada hacía atrás, poco y a poco, te vas convirtiendo en estatua de sal.
ResponderEliminarEs imposible reconstruirse, se van acabando las fuerzas, Pomita.
Un beso.