Hace un par de horas me fui a comer. Tenía que hacer algunos recados de esos que nunca hay tiempo y se van relegando al final de la lista de las cosas pendientes. Me perdí. Los recados siguen anotados en un bloc de papel que a fuerza de renglones torcidos tiene más anotaciones de cosas por hacer que de cuestiones resueltas. Que más da. Nadie se gana el cielo, si existe, por solventar todo lo que tiene irresuelto, inacabado cuando todo eso le importa más bien poco.
Por eso, supongo, me senté en un banco en medio de la Diagonal y me dediqué a no hacer otra cosa que mirar la punta de mis zapatos y a escuchar la última recopilación de música con la que rellené mi viejo Ipod.
Vuelvo a estar sentada en mi mesa frente a mi agenda de papel. Miro la lista de mis cosas y anoto “introspección 14:00 Diagonal”. Cojo mi rotulador fucsia fluorescente y marco un hueco para lo único que hoy por hoy me interesa: mañana a las 14:00, tengo otra sesión conmigo misma.
Me encantan esos momentos en que nadie se acerca a pedir cosas, no suena el teléfono y realmente todo importa un... cuerno.
ResponderEliminarSí, son momentos deliciosos. Hoy he reconocido las puntas de mis zapatos como nunca, eso era lo único que importaba
ResponderEliminar