Hace mucho tiempo que su cabeza ya no esta con ella, hace mucho tiempo que no sabe como se llama y ni siquiera sabe quien es. La miramos, la abrazamos y aunque al principio se asusta de vernos y no quiere que la saquemos al jardín, al final cuando le cojo de la mano, sus ojos, unos ojos que se llenaron de agua hace ya mucho tiempo, parecen sonreir. Pero no sonrie, sé que no sonrie, pero también sé que se siente tranquila porque su pulso se nota sosegado. Siempre he querido pensar que cuando se marchó, porque en el fondo emprendió un viaje sin retorno, se iría a ese mundo de princesas y dragones que me contaba que existía detrás del armario de su habitación. Ayer, estuve con ella toda la tarde y al volver a casa, busqué un cuento que me regaló cuando era pequeña. Ella era así, sus regalos eran pequeños relatos especialmente dedicados, dibujos y acuarelas que pintaba mientras nos esperaba los domingos. Hoy sé que mucho de lo que soy se lo debo a ella, lo mejor y lo peor. Recuerdo que cuando cumplí los 17 me regalo un libro "un pensament de sal i un pessic de pebre" de Montserrat Roig, fue el último libro que me regaló, y sólo me dijo:" a partir de este momento los libros los debes escoger siempre tu, no dejes que nadie te diga lo que tienes que leer, eso no es para nosotras". Han pasado los años y ella vaga en su mundo de castillos y princesas, ni siquiera sabe que su mundo se llama Alzheimer.
Feliz cumpleaños.
Feliz cumpleaños.
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