Saber cuando dejé de ser especial para ti ya no debería importarme, sólo es así. Saber por qué motivo dejé de serlo, ahora ya tampoco debería hacerlo. También, en este caso, es así. Despejar la incógnita del cuándo y el porqué sólo precisa que descuelgue el teléfono y te lo pregunte, porque la certeza la he tenido hoy mismo cuando, sentados uno frente al otro, ya no me veías a mí. Sé que si te pregunto me lo dirás, sin ningún problema, sin rodeos. Una verdad que puede golpearme como un puñetazo certero, directo a mi yo. Por eso me debato entre permanecer en la ignorancia, que me permite seguir siendo amable contigo y conmigo, y el conocimiento que sé me sepultará, durante un buen puñado de tiempo, bajo el silenció más obtuso.
Lanzo una moneda al aire para que sea el azar quien decida por mí.
¿Conocimiento o ignorancia?
Pero hoy nada está alineado, nada es sencillo. Gira en el aire y mientras la sigo con la vista, la veo caer al suelo, repicando en los adoquines que la envían directamente a la alcantarilla.
No hay nada que conocer, nada que ignorar. Lo único que trasciende es que ya no soy.
Rachel Yamagata -
No es "no ser", es "no ver". Porque usted sigue siendo igual de especial, lo que ocurre es que ahora el otro ha desenfocado.
ResponderEliminarEn cualquier caso mejor la ignorancia porque total, lo que le digan no va a ser más que una percepción subjetiva.
La lastima es que no desenfoquemos al unisono.Entonces problema resuelto.
ResponderEliminarQuizás sigas siendo especial y la que no te ves eres tú. Estas cosas son muy traicioneras, querida.
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