Nunca he entendido la física cuántica. Pero de enamoramientos feroces, apasionamientos indebidos y entregados hasta la extenuación, algo sé. Nunca he entendido otra manera de fajarse con esas cosas aunque, desde el inicio, estén abocadas a fracasos estrepitosos.
Pero en los últimos tiempos, parece que las teorías de Max Plank me persiguen. Sin embargo, pese a la insistencia del destino por abocarme a teorías sobre ondulaciones, materia, energía y estados cuánticos, padezco una severa incapacidad para comprender absolutamente nada y mis incomprensibles y extravagantes pensamientos sobre el amor y los enamoramientos se me consolidan faltos de toda teoría en la que sostenerse.
Quizá por eso, por muchas ranuras que dibujaba sobre el mantel de papel, soy incapaz de entender absolutamente nada de lo que me estaba contando, incapaz de relacionar la perdida personal con una dimensión paralela llena de posibilidades.
"Ahora mismo estamos comiendo y tú podrías levantarte y marcharte, pero en otra dimensión las posibilidades son infinitas, distintas a esa marcha que podrías llevar a cabo ahora mismo”. Si no fuera porque quien lo dice sabe que las dimensiones se agotaron hace años a fuerza de quemarlas, pensaría que lo suyo es una invitación a escaparnos a esa nueva dimensión de la que yo no he oído hablar jamás.
Sin embargo, la mecánica cuántica tampoco es lo suyo y confunde, una y otra vez, posibilidades y dimensiones y realidades tangibles. Me consta que sus fracasos, infinitésimamente míos también, han dejado algunos esperanzadores futuros dentro de imaginarios refrigeradores, congelados sin posibilidad de recuperación.
Pero la vida es curiosa e inesperada. Mientras sigue intentando que comprenda no sé qué cosas de electrones, le veo con el pelo encanecido, con los proyectos congelados y, por un instante, sólo por un solo instante, mientras un electrón rebota en una ranura imaginaria y proyecta una vertical que no comprendo, le confieso que sigo creyendo en los enamoramientos inexplicables y feroces, como entonces, y que él, con mecánica o sin mecánica cuántica, debería hacer lo mismo, en ésta o en la dimensión que quiera.
Guarda la pluma en el bolsillo y, con el conocimiento que nos han dan los años de supervivencia a las tormentas emocionales, los años de sabernos, dice: Sigue, creo que hoy tienes algo que contarme.
Pero mi física pertenece a esta dimensión y no puede, no debe, salir del plano en el que se mece, ni tan siquiera frente a quien durante años se meció, junto a mí, de dimensión en dimensión.
Pero mi física pertenece a esta dimensión y no puede, no debe, salir del plano en el que se mece, ni tan siquiera frente a quien durante años se meció, junto a mí, de dimensión en dimensión.
Me agrada tu paralelismo cuántico.
ResponderEliminarPosiblemente el amor tenga algo de constante de Planck. Modifica estados existenciales.
No sé. Complejo el tema, y la comparación
Un beso.
La modificación existencial es la constante en el amor. Bss.
ResponderEliminarBlog éste multidisciplinar donde los haya.
ResponderEliminar¿Los hay?
Creo que no Anita. Bonita y original tu clase de Física.
Multidisciplinares? No lo sé, este es multi-indisciplinado. Muchas gracias Mónica.
ResponderEliminarOye, me ha gustado mucho , aunque de cuántica no entiendo nada, de tormentas emocio-exitenciales, si.
ResponderEliminarLo de la física cuántica, la mecánica cuántica, no lo entiende ni Dios, de lo otro, pues mira, cada uno capea como puede :)
ResponderEliminarvi un documental muy apañao al efecto, en plan "física cuántica para torpes", pero ni aún así, oye, me cuesta desdoblar la existencia en escenarios paralelos interactivos. que la constante sea la modificación tiene miga también, aunque esto sí lo he entendido perfectamente.
ResponderEliminarA mí otra cosa que me descoloca es que algo aparentemente neutro, que carece de inteligencia (o al menos eso creo yo), como es un eletrón, pueda cambiar su comportamiento por simple observación. Creo que en la próxima comida se lo pregunto de nuevo.
ResponderEliminarVoy a decir una cosa muy tonta: los opuestos se atraen. En eso sí creo y es un pensamiento a mi alcance.
ResponderEliminarPrecioso texto Anita. Me emocionas.
Anne
Sí, los opuesto se atraen y al final saltan por los aires :)
ResponderEliminarMuchas gracias Anne.