Escribo desde la cama, llevo un viaje en coche de más de diez horas y mi espalda lo lleva mal. Ojeo las noticias de los últimos días, la desconexión ha sido total. La primera noticia que me asalta es la del archivo del procedimiento penal abierto contra la deportista Marta Domínguez.
La Sra. Domínguez se vio envuelta en una operación nacional contra el dopaje deportivo y no sólo se le imputó el consumo de sustancias prohibidas sino que además se llegó a especular con su participación en una red de distribución de todo aquello.
Los medios de comunicación, la propia Secretaria de Estado para el Deporte, la crucificaron sin el menor rubor, sin el freno de la prudencia y ni siquiera se le aplicó la tan manida presunción de inocencia. Todo aquello quedado en agua de borrajas, borrón y cuenta nueva, pensarán algunos, pero la realidad es que el daño a la reputación, a la imagen y el honor de la Sra. Domínguez ha quedado pulverizado.
¿Y ahora qué? ¿Qué pasa con el mal causado?
Marta Domínguez es sólo un ejemplo. En estos momentos las cuestiones de honor parecen relegadas a los cuentos del medievo, o a los del S. XIX. Y es que vivimos en la sociedad de la memoria colectiva limitada, tan pequeña y corta como la de un pez, todo vale. Por eso se puede agraviar que no pasa nada, mañana nadie se acordará, salvo el que lo ha sufrido en sus carnes y que, desde entonces, escucha a su espalda los rumores del “sí, pero…”
Las cuestiones de honor no interesan. El honor como tal se ha convertido en “algo” de quita y pon, algo tan desvalorizado que no hay problema en machacarlo cuando queremos la muerte civil de alguien, de algo.
Calumniar, injuriar a nuestro vecino hasta decir basta es sencillo, fácil y, aparentemente, nada costoso, basta con hacer correr un rumor malintencionado, dejar que se expanda como el veneno y esperar. Si no es cierto lo extendido, ya vendrá alguien a decir que no es cierto y el resto si lo tiene a bien pues recompondrá la imagen que de esa persona tiene, o no.
Por lo general, son pocas las rectificaciones, pocas veces las que escuchamos a alguien pedir disculpas en estas cuestiones. Y es que la difamación, la calumnia no es un trayecto de doble sentido, no se desanda cuando se pone en evidencia la falsedad o la mentira desatada.
Los duelos ya no están de moda, pero los correveidiles, los mentirosos, los chapuceros, los que buscan su momento de gloria están en lo alto de la cresta de la ola y el honor, el de los demás, convertido en una bola de plastilina.
Mala cosa. Sin honor, al final, nos terminamos convirtiendo en menos que cero.
Pd.: Espero que Marta Domínguez haga algo con el suyo.
Corren tiempos de valores inciertos o nulos.
ResponderEliminarPD. Contenta de que estemos aquí otra vez, y más guapas si cabe ...
;-)
Desgraciadamente así es. Todo vale, nada cuesta y los valores solo sirven si cotizan en bolsa.
ResponderEliminarPD.: ¿Más guapa? Imposible ;-)
Ya pensé que habías huido, cobarrrder.
ResponderEliminarYo me dopo mucho con fabas a la marinera.
Un beso
Nooooolllll yo no corro que es de pecadollllllllll. Marché unos días fuera y cerre el perfil. Te puse un comentario por ahí para que me mandaras el mail pero no sé si lo has visto. En cualquier caso, ya estamos de vuelta.
ResponderEliminarEn cuanto al dopaje, tu con Fabes y yo con Butifarra i mongetes que tiene más peligro.
Besos mil :)
Anita.
ResponderEliminarEn España, el doping en los deportes fuertes: ciclismo y atletismo es, ha sido, generalizado. No sé si en el resto de deportes débiles lo es, supongo que existe: fútbol y demás. Aún, suponiendo que Marta Domínguez es inocente (yo lo dudo por los círculos y amistades que frecuentaba). Quedará ese halo de sospecha. Su edad, su capacidad aeróbica, sus marcas, son sospechosas a todas luces. Como el amigo contador etc.
Practiqué el atletismo 5 años en pista, desde el 70 al 75. En aquella época lo máximo que había eran las anfetas: la cabeza podía el cuerpo no. Algo irrisorio con las varias modalidades de ahora, ejemplo EPO, en dosis casi infimas e indetectables, y más cosas que no te enumero, por tecnicismos que no llevan al caso. Marta Domínguez inocente.
Pues no sé. En el mundillo del atletismo ya era sospechosa antes de que esto haya trascendido.
Un beso.
Yo no sé si Marta Dominguez es "inocente" desde un punto de vista deportivo. Practiqué la natación durante muchos años y también sé como funcionan algunas cosas. En todo caso yo lo que pretendía era hablar de otra cosa y por eso me reitero en lo que digo sobre la honorabilidad de las personas.
ResponderEliminarMientras este personaje siga declarando sus ingresos en Mónaco y Andorra, la verdad, me importa poco lo que pase con su "honor"...
ResponderEliminar;-)
En eso Eduardo debemos mirar a más de la mitad de los deportistas de élite.
ResponderEliminardifama, que algo queda! no es el primer apedreamiento público inmerecido, y ya se sabe, luego se quedan la piedras ahí, olvidadas, sin recoger.
ResponderEliminarPues sí Raul, difamar a alguien es muy fácil, que eso te deje hecho trizas también, obtener una rectificacón o una disculpa eso ya es misión imposible.
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