Y es que no está el horno para bollos. Esta expresión, que ni siquiera exclamación, paseó de la boca de mi estómago a la punta de mi lengua cuando leí que, finalmente, desaparece el premio literario “Ciudad de Torrevieja”. Se acabó, punto final.
El Ciudad de Torrevieja era, hasta ayer, el segundo premio de las letras mejor dotado del panorama nacional. La causa: la tan manida crisis, la falta de financiación que permita el mantenimiento de este premio. No dudo que no haya un duro y que la cofinanciación sea imposible (pública, la del consistorio y privada, la de la editorial Plaza&Janes), que no se sostenga, atendidas las prioridades municipales que, seamos buenos, se presuponen.
Pero puede que el fin de los certámenes literarios, no sólo el ”Ciudad de Torrevieja”, no sea una cuestión sólo económica, sino que resida, en parte, en la falta de imaginación y entusiasmo, eso simplemente. Y eso sin perjuicio que, obviamente, a nadie amarga el dulce de un premio con muchas cifras, algunas de ellas a cuenta de los derechos de autor de los ganadores o incluso finalistas y que cuando estas cifras fallan el concurso o premio pierda fuelle.
Las letras se nutren de cosas muy distintas a los premios literarios, casi siempre de las horas en soledad de los escritores y de visiones e interpretaciones del mundo que los “paganos” no podemos alcanzar. Pero no estoy diciendo ninguna mentira si afirmo que los certámenes, los premios, mantienen en danza el mundo de la cultura.
Los escritores seguirán escribiendo y publicando hayan premios o no. No es un drama, a priori, pero estos premios son un importante escaparate, en ocasiones de vanidades y, en otras, de obras desconocidas que merecen llegar al gran público. Creo yo.
Así que no nos queda otra que lamentarnos, aunque sea un poquito, por la perdida de este premio.
Ahora, volveremos a recordar a Torrevieja por aquellos apartamentos que, hace ya algunas décadas, regalaban en un famoso concurso de televisión y olvidaremos que, durante diez años, se convirtió en la sede de uno de los premios literarios más importantes de este país. Una pena.
PD: Como ando algo quejosa he olvidado, incluir en el texto, mis más sinceras felicitaciones a Jordi Sierra Fabra por su novela “Sombras del tiempo” que tiene el ¿honor? de ser la última galadornada en este extinto premio.
Bye-bye al Ciudad de Torrevieja.
http://www.masquepalabras.info/2011/10/dimes-y-diretes-by-anita-noire-bye-bye-torrevieja/
Cuando pusiste eso de ciudad de Torrevieja, pensé en un principio que ibas a hablar de un festival de la canción. La verdad, no conocía este premio, bueno, en realidad no conozco casi ninguno.
ResponderEliminarComo muy bien dices los premios literarios tienen mucho de vanidad.
Yo un emborronador nato que mete las cositas en el armario, concibo la literatura como una catarsis que te ayuda a vivir y a huir de la locura, para eso si que es buena, no para más.
Un beso enorme. Literaura eres (Tú) cuando caminas y se te mira desde atrás, es un suponer.
Emborrador no dejes de emborronar, porque si no emborronas todo lo que tienes que emborronar, el emborronamiento, de los demás, dejará de ser igual.
ResponderEliminarTengo una mañana Naïf.
Bss.