Duermo de día, le velo la noche. Lo suficientemente cerca para saber que estoy, lo suficientemente lejos para no ahogarle. Me desordeno, me desordena. Me coloca dentro de una esfera de cristal, la agarra, la lanza contra la pared y, a medio camino, suspendida en el aire, me transformo en una bola de porexpan. Llueve.
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Entre el dolor y el placer median tres criaturas,
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas;
pero, entre tú y yo,
sólo existen segundas criaturas.
Apoyándose en mi frente, el día
conviene en que, de veras,
hay mucho de exacto en el espacio;
pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño,
principia ¡ay! por mi boca,
¿quién me preguntará por mi palabra?
Al sentido instantáneo de la eternidad
corresponde
este encuentro investido de hilo negro,
pero a tu despedida temporal,
tan sólo corresponde lo inmutable,
tu criatura, el alma, mi palabra.
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas;
pero, entre tú y yo,
sólo existen segundas criaturas.
Apoyándose en mi frente, el día
conviene en que, de veras,
hay mucho de exacto en el espacio;
pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño,
principia ¡ay! por mi boca,
¿quién me preguntará por mi palabra?
Al sentido instantáneo de la eternidad
corresponde
este encuentro investido de hilo negro,
pero a tu despedida temporal,
tan sólo corresponde lo inmutable,
tu criatura, el alma, mi palabra.
Leonard Cohen -
Eso es como el ADLG.
ResponderEliminarÁngel De La Guarda.
Buen Sábado, Anita.
Sï. Ahora hay que entrar en el bucle y que el ADLG tenga su propio ADLG.
ResponderEliminarTsmbién para tí, querido.