miércoles, 20 de abril de 2011

MAESTROS y ESPEJISMOS


Esta mañana, cuando me dirigía a mi trabajo, me he encontrado a una persona a la que hacía años que no veía. La alegría del encuentro ha sido grande. La charla, en plena esquina del Paseo de Gracia, se ha prolongado en un café rápido, en un bar de los de toda la vida. Barra de acero inoxidable, camarero de camisa blanca y pantalón negro y café de los de verdad. 
No había vuelto a tomar un café con mi Profesor desde que cursé mi último año en la facultad. No son pocos años. La alegría, para mí ha sido importante, nos hemos reconocido pese a que han transcurrido más de veinte años desde que dejé su aula. Él me inoculó el veneno por los razonamientos lógicos y prácticos más allá de posicionamientos doctrinales que distraen del fondo y solucionan poco. 
Hoy, cuando él ya camina con bastón y yo ando con las cervicales hechas trizas, nos hemos reencontrado de un modo casual y reído recordando mis apuradas llamadas a su Cátedra cuando, recién licenciada, tenía que debutar y tenía pavor a no estar a la altura. Supo, desde la rigurosidad que da la conciencia y la ciencia, ponerme en mi sitio y, con guante de seda, tranquilizarme recordándome que todos tenemos una primera vez, que nadie nace enseñado y que por eso no debemos escatimar esfuerzos en  sacar adelante aquello en lo que creemos. Recuerdo con frecuencia aquella conversación.
Le he acompañado hasta un taxi y al despedirme, cuando le he dado la mano,  he sentido la firmeza de un hombre bueno y la seguridad que siempre consiguió transmitirme mi Maestro. Porque eso es lo que es un Maestro. lguien que no sólo domina el conocimiento, sino que consigue transmitirlo con una especial habilidad que no está exenta de empatía con aquel que lo recibe. 
Personas que saben mucho de lo suyo las tenemos a puñados; profesores que recitan sus lecciones a alumnos en permanente estado de catalepsia, también; pero “Maestros”,  en su sentido más puro, de ésos, hay pocos, pero son fundamentales porque, bajo una aparente libertad,  pueden llegar a modelar el pensamiento, la forma de trabajar y, ¿por qué, no?, incluso de entender la vida. 

He alargado el trayecto y lo he convertido en un paseo mientras iba pensando en todo ello. Al cruzar la Diagonal, sin saber cómo,  me he encontrado con el teléfono en la mano. Se lo tenía que contar, lo entendería perfectamente y estaba segura que le agradaría saberlo, oírlo. 
El semáforo ha cambiado a rojo y el teléfono ha vuelto al bolsillo de la americana. Sólo ha sido un fugaz espejismo.

9 comentarios:

  1. Un maestro de verdad es el que, además de saber transmitir unos conocimientos, es capaz de contagiar la pasion por la materia que imparte y el afan de aprender algo nuevo. A ese no se le olvida con el paso del tiempo.

    Un beso.

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  2. Sabemos muy bien quienes han sido, los recordamos, estan en nosotros para siempre...
    http://mundosparalelos-poma.blogspot.com/2010/05/un-hombre-bueno.html

    Molt Bona semana santa, Anita.

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  3. Es cierto Pilar, un buen Maestro te contagia y te empuja a querer sabes más, a disfrutar de lo que te pone delante. Que tengas un buen día.

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  4. Kenit. Puede que sea una pena, pero la vida es así. Besos

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  5. Poma. Claro su sabemos quienes son, sólo los necios y desagradébidos no saben apreciar estas cosas. Y a mi en mi casa me enseñaron que es de ser ando nacido el ser agradecido. Y yo, he tenido la suerte de conocer a gente buena y a buena gente y he tenido la inmensa suerte de conocer y estar cerca de auténticos maestros, de los de verdad. Més tard veig l'enllaç. bona setmana santa :)

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  6. La predicción de texto de este cacharro me mata. Disculpad los gazapos, faltas y demás.

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  7. Anita, no sé qué ocurre.
    NO TE ENCUENTRO EN EL FACE.
    ¿Te has ido?

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  8. Kenit pon mail a anitanoire@gmail.com
    Bss

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