martes, 24 de diciembre de 2024

FELIZ NAVIDAD


 

Empiezo la Navidad con una lista de propósitos. El primero, adelantar unos días, apenas una semana, esos listados de buenas intenciones que queremos para el próximo año. El segundo, reconocer que listar las cosas es un vicio que no sirve para nada, pero que no hace daño a nadie. El tercero, descolgar más el teléfono y dejar de hacerme la muerta. El cuarto, comer más sano y hacer ejercicios de fuerza. El quinto, dejar de insistir en pretender comer más sano y hacer más ejercicios de fuerza. Tengo muchos más propósitos, casi todos confesables y un par, tal vez tres, que no hay por donde cogerlos.

Pero es Navidad, por tanto, toca mensaje. de paz y amor, así que aquí lo dejo: Quered mucho y dejad que os quieran


Feliz Navidad.


martes, 10 de diciembre de 2024

¿HOLA?

 



Dices que no te da la vida, que tantos frentes abiertos van a acabar contigo. Que no recuerda cuándo fue la última vez que comiste en lugar de deglutir como un pavo, que te permitiste sentarte lejos de todos para mirar a la nada y tararear hacia dentro esa canción espantosa que tanto te encanta, que pudiste ir a la peluquería sin mirar el reloj. Que no recuerdas cuándo fue la última vez que no tuviste prisa y que tu presencia era un regalo y no una obligación no siempre bien recibida. Y lo puedes decir, una y mil veces, porque aunque no te dé la vida y la única sal que pruebes sean la de los lagrimones que se te escapan cuando te encierras en el baño porque no puedes más, la vida, esa con la que no puedes, te arrea una patada en todo el trasero y te recuerda que de aquí no se apea nadie y que hay que seguir. Que a la vida se viene llorado, aunque a veces creas que no, sobre todo porque no hay pañuelo que soporte tu queja y ese mar en el que te deshaces a veces sí y a veces también. Así que, tira, es la vida la que gana, aunque no te dé para nada.


sábado, 23 de noviembre de 2024

EL SPINNING



Esas cosas que sabes que son así y que por algún motivo, que es posible que tenga que ver con la incapacidad de razonar sin perderse en circunloquios, no sabes cómo expresar.

En La Novia grulla de CJ Hauser, se recogen algunas de estas cosas. Como que la vida adulta necesita de los libros infantiles, como el de El conejo de terciopelo que te recuerden lo esencial.

Hacerse mayor no es solo tener hipertensión, canas y el pecho caído. Hacerse mayor es reconocer que no siempre lo sabemos todos y que querer de verdad, como el spinning, cuesta un huevo.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Y COMED YOGUR

 


En situaciones catastróficas afloran las buenas y las malas personas. Están los que no dudan en arrimar el hombro, dar lo que pueden incluso lo poco que tienen, prestar ayuda, incluso cuando la ayuda solo pueda ser prestar un hombro en le que apoyarse y llorar. Por otro lado, están los que pretenden sacar rédito de la desgracia de los demás y enriquecerse de un modo casi siempre altanero y vomitivo. Las inundaciones de Valencia nos están dando ejemplo de las dos posturas. Pero será que tengo el ánimo afectado por el tiempo y el penoso espectáculo que los políticos nos están dando en estos días tan tristes como necesitados de cordura, cooperación y empatía. Nada de todo eso lo encontramos más allá de los vecinos y de los voluntarios que queman sus fuerzas por ayudar a los demás. El resto, la morralla de los que pueblan las instituciones con sueldos de cinco cifras en adelante y la clac que les aplauden, son una muestra de la inmoralidad y la malaventura de una sociedad cada vez más enferma y pagada de sí misma.

Quiero quedarme con los dos chavales, los mejores amigos, que entre fango nos recuerdan que debemos estar por nuestra gente, por nuestros mayores y que no debemos rendirnos nunca. En ellos está la esperanza. En chavales que nos recuerdan lo fundamental. Cuidarnos unos a otros y, sobre todo, no rendirnos. Por estos chavales, a los que les debo el rebrote de cierta ilusión, hoy cenaré yogur y pensaré en que, mucho más cerca de lo que creemos, hay alguien a quien podemos echarle una mano y que caminando aún entre barro hay dos chavales maravillosos a los que les debemos mucho más de lo que creemos. Ellos son una lección, ellos son el futuro.



















domingo, 3 de noviembre de 2024

DIARIO 3.0


 

Olvídate de los auriculares, sabes que no debes, no de momento. Llenas la pica de agua templada y sumerges la cabeza hasta que todo queda en silencio. Solo quieres eso, ahora solo necesitas eso. Aunque, en realidad, quieres algo más, quieres que “Blue bolero” suene hasta que te duermas. Pero eso, solo eso, cuando dejes de bucear en los treinta centímetros que te permite la pica del baño y te retires los tapones contra la humedad.

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Lo que cabe en cada unidad de tiempo varía, no sé demasiado bien en función de qué, pero nunca es lo mismo. A veces pasa tan rápido que un día parece un minuto y en otras, un minuto se convierte en una eternidad. El tiempo es una medida imprecisa y engañosa.

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Llevaba varios días sintiéndose enferma sin saber si lo que le ocurría tenía algo que ver con el cambio de tiempo o con alguna otra cosa. Estaba inquieta. Se miró en el espejo y dijo “Cielos, ¡Qué desastre!” Llamó al trabajo. Se iba a quedar en casa y así podría ir adelantando, aunque no se encontraba bien. Al colgar, ya sabía que iba a perder el tiempo. Se lavó el pelo que envolvió en una toalla y se preparó un café que derramó sobre la encimera. Entonces lo supo. Descolgó, marcó y una locución, tan acabada como ella, contestó “El teléfono marcado no existe”.

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Pasan tantas cosas al mismo tiempo que apenas alcanza el día para poder procesarlas.

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Impotencia e indignación. Asistimos al repulsivo espectáculo político ante la gran tragedia de Valencia. No sé si es maldad, incompetencia o si simplemente son una tropa de torpes e inútiles capitaneados por un psicópata al que no le importa nada más que su ego y su persona. La desafección entre el poder político y los ciudadanos es total y absoluta. Dicen que el lema “Solo pueblo salva al pueblo”, que tanto se repiten estos días, tras el abandono de los ciudadanos por parte del Estado, es reaccionario. No lo es. Es la plasmación de una realidad que se ha hecho evidente de golpe.




domingo, 27 de octubre de 2024

ERUCTAR


 

Irás con el sudor de tu frente, con las pocas ganas que deja el hartazgo acumulado en los últimos meses y sabiendo que lo que pagas se desperdicia más que se aprovecha.  Tengo hora en Hacienda. Pienso en esto, mientras pierdo el segundo autobús del día. La espera no bajará de veinte minutos, pero aún llegaré a tiempo. En la pantalla de la parada, silenciada a Dios gracias, aparece la imagen del político de turno defenestrado por obra y gracia de su pene, su poco cerebro y el consumo de sustancias estupefaciente. Otro que se creyó Dios y solo era un necio con suerte.
Prima lo amoral y lo grandilocuente. Los que mandan de esa burra no se bajan. Pero somos muchos los que estamos hartos de esa manera de funcionar. Lo institucional vive de espaldas a la sociedad a la que debe prestar servicio. Nuestra clase política ha dejado de estar al servicio de los ciudadanos para considerarlos súbditos y reventarlos a base de ignorancia y mal hacer. La escandalera crece de manera superlativa y la sociedad se deshincha cada vez más hueca. Vivimos tiempos que agotan por la falta de rumbo. Los rumores velados se convierten en un guirigay insoportable. 
No vamos bien. Nada va bien. La vida política da pena y entre la ponzoña y la ruina, las discusiones se convierten en un patio de vecinas ofendidas, olvidando que, tras esas cortinas tan cutres de chanchullos, putas y cocaína, existe la peor gestión de democrática de un país al que cuesta reconocer. 
Crearon un monstruo porque podían y ese monstruo, tan repugnante como interesado, los está devorando. Los dioses y la justicia los eructe y acaben donde merecen, entre rejas y en el olvido.


sábado, 12 de octubre de 2024

GO ON




El éxodo de barceloneses hacia Madrid es algo habitual que se incrementa los fines de semana y durante cualquier festivo que se tercie. No hay tren que no se llene, no hay día que no haya que hacer una cola kilométrica en la estación, tanto a la ida como a la ida, como a la vuelta. Sin embrago, no acostumbro a cruzarme con demasiados madrileños haciendo ninguno de los dos trayectos. Algo ocurre cuando el trasvase de gente, de un lugar a otro, no es el mismo. Y aunque se puede especular con mil motivos y razones, creo que son tan obvias que el imaginario se reduce mucho. En algún momento, no hace demasiado, la ciudad perdió el paso entre los delirios de grandeza de los que creyeron que nacer o vivir en un lugar determinado los convertía en seres superiores; entre la inseguridad de una ciudad que se faja entre hurtos y apuñalamientos, tras años de un nefasto gobierno municipal. Una ciudad que navega entre la grandeza y la suciedad que la viste y que se columpia entre la indiferencia y el desprecio al visitante que deja un registro a hez que muchos nos espanta.. No es extraño que los que andamos hartos de todo lo que nos ha convertido en menos que cero, busquemos destinos menos ácidos en los que pasar el tiempo y olvidar la estrechez de mira y la doblez de cerviz.

La facilidad en el traslado, como consecuencia de una mayor oferta, también ayuda, aunque sobre esta cuestión ya planea la sombra de la eliminación maliciosa de la oferta que llega de la mano de la libertad de mercado. Nos quieren quietos, pobres y provincianos. De esa manera el ser humano es más fácil de doblegar. Pero por suerte aun tenemos la posibilidad de movernos, aunque quizá no por demasiado tiempo. En nombre de una falsa defensa de los derechos y la democracia, nos limitan la libertad haciendo un uso torticero y totalitario del poder que lea dio una democracia que ellos mismos ahogan cada día más.
Quiero creer que toda esa gentuza, sin escrúpulos y ni pizca de honestidad, que han conseguido medrar y colocarse en puestos de poder con la única finalidad de enriquecerse y empobrecer a los demás, acabarán arrinconados y, con un poco de suerte, sentados en el banquillo de los acusados. Solo entonces se podrá iniciar un proceso de regeneración social que también sanará la ciudad y volverá a acoger y respetar.

Miro a través de la ventana un paisaje que parece inmóvil pese a la velocidad y me vienen a la cabeza aquellos días hace ya mil años, cuando no existían ni teléfonos móviles, ni redes sociales, ni nada que nos contaminara la cabeza, ni el sentido común. Cuando todo iba más despacio y la información no se engullía sin más. Cuando no vivíamos pendientes de la cobertura y la vertiginosa desinformación. Necesitamos recuperar algo de todo aquello. Ojalá no nos falte nunca el tren.










miércoles, 2 de octubre de 2024

¿QUIÉN AMÓ A TRACY LORD?


 

Sin duda, yo amo a Tracy Lord. Empiezo el día sentándome en la cama y estirando los brazos como si quisiera tocar con la punta de los dedos el maravilloso techo que me cobija, ladeando la cabeza y dejando que el cabello ensortijado acaricie suavemente mi hombro izquierdo. Quiero creer que soy “ella” pero no. Me falta su elegante altura; me faltan unos brazos torneados de los que carezco desde hace más tiempo del que recuerdo y me faltan esos dedos maravillosos que la genética sustituyó por una agrupación de falanges, falanginas y falangetas que no sirven para anunciar anillos. Pero la melena, esa sí que no defrauda y me permite recuperar la ilusión de que algo de Tracy Lord vive en mí.

Tracy Lord es la protagonista de “Historias de Filadelfia”. No hay mucho más que decir porque ella, enfundada en el cuerpo de Katharine Hepburn, es la encarnación de la elegancia, la inteligencia, la chispa y el sentido del humor que se enreda y se vuelve a enredar hasta marear. En los tiempos que nos ha tocado vivir, de eslogan y falta de capacidad para discernir. Habrá quien diga que es una película simplona, con un personaje femenino insustancial que duda sobre el rumbo de su vida, de la compañía que quiere y que, como la canción, es voluble como una pluma, frente a los tipos que la pretenden. Tracy casa mal con la idea de la mujer empoderada que ahora nos venden, aunque lo estuviera.

Mientras escribo sobre esto, escucho una conversación ajena y dejo de anotar porque, precisamente, de mañanas inseguros, del amor y de la vida. Y si no fuera porque la conversación no va conmigo, aunque mi oído se agudiza como si lo fuera, añadiría que no olviden hablar de los enredos y los líos que casi siempre acompañan a casi todo eso de lo que hablan y que es fundamental recordar que el futuro solo existe cuando se transforma en el ahora y en el ayer y que eso se teje a trompicones, muchas veces, desde la duda. Y añadiría, si me dejaran, que la duda nunca es poca y que, maldita sea, ¡Qué pronto pasa la vida! 

Y les diría, además, que todo eso que las tiene en un sinvivir, eso y mucho más, ya lo sabía Tracy Lord y que amarla es casi una obligación.


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sábado, 21 de septiembre de 2024

GISÈLE PELICOT

 



Sigo el juicio que estos días se está celebrando en los Tribunales de Aviñón contra Dominique Pelicot, acusado de violar durante años a su mujer, Gisèle Pelicot, y de ofrecerla a otros hombres que, al igual que él, al igual que él la violaron mientras estaba inconsciente como consecuencia de la sumisión química a la que la sometía su propio esposo. Años de abusos que salieron a la luz de manera casual, cuando el acusado, que posiblemente se creía impune en sus actuaciones tanto en casa como fuera de ella, fue descubierto grabando bajo las faldas de distintas mujeres. Entre el material incautado en aquella investigación aparecieron las grabaciones que ahora han sido fundamentales para sentarle en el banquillo del acusado y juzgarle por las atrocidades cometidas en la persona de su esposa. Junto a él, cincuenta hombres se sientan en el banquillo, todos ellos acusados de violación. Hasta aquí los hechos. Hechos monstruosos sobre los que voy dándole vueltas desde hace días. Y el miércoles, lo primero que anoto, después de leer sobre el tema, es: ¿Es el ser humano un ser monstruoso? Seguidamente, anoto que posiblemente sí. El ser humano es capaz de lo peor, sin que necesite demasiadas excusas para ello.

Pelicot ha reconocido su culpabilidad y  a pedido perdón, incluso de lo imperdonable, ha dicho para terminar con un “Soy un violador, como todos los demás acusados”. La frase da que pensar, no por como califica a sus compinches, pues en eso tiene toda la razón, sino porque esta afirmación con toda seguridad no es gratuita y pretende desviar parte de la atención que él recibe sobre todos los que, como él, atentaron contra la libertad sexual, la dignidad de Gisèle Pelicot. Los Tribunales juzgarán y espero que condenen con toda la severidad que la legislación permita a todos los que se creyeron impunes frente a la barbarie que supone una violación que no lo es menos por el hecho que la víctima, drogada por el propio agresor, no recuerde nada. En definitiva, un reconocimiento diluido y cabrón.

En el tema Pelicot hay dos cuestiones que trascienden la cuestión jurídica de la existencia del delito, y que tiene que ver con el plano humano y cotidiano. La primera,  en la brutal repercusión que el conocimiento de estos hechos habrá tenido, no solo en la víctima directa, sino en todos los miembros de la familia. No es irrelevante el hecho que los Pelicot llevaran más de cincuenta años juntos, que tuvieran hijos y nietos; como tampoco lo es el hecho de que parte de los agresores fueran, en apariencia, apacibles ciudadanos de vida anodina y normal. La segunda, no menos importante, el hecho que a víctima haya tenido que incorporar a su vida unos hechos que durante años desconoció, pero sufrió y sufrirá. Porque el sufrimiento puede ser incluso más salvaje por la falta de control sobre lo vivido y la inconsciencia pasada de unos hechos tan brutales. Gisèle Pelicot va a tener que reconstruirse por dentro y por fuera, rehacer una vida sobre la que a buen seguro le va a ser  difícil rescatar un momento amable, o de amor, sin la sombra de la realidad de lo sucedido. Me pregunto, ¿Cómo se puede mirar hacia delante, reconstruir la propia existencia si hay que partir de un pasado tan oscuro como la pez? ¿Cómo se puede reordenar la cabeza, el propio corazón y un pasado aparentemente normal que no se borra de un plumazo, al descubrir que tu igual, tu compañero de vida, ocultaba a un monstruo, que no dudó en vejarte, humillarte, violarte y, lo que es peor, si es que en todo esto hay algo aún peor, ofrecer tu vida, tu cuerpo, a cualquiera sin importarle absolutamente nada? 

Los actos de Dominique Pelicot son execrables, pero tampoco tiene explicación, ni justificación, que cincuenta hombres más, todos ellos al parecer con vidas aparentemente normales, participen en semejante aquelarre por el menor placer de violar a una mujer inconsciente. No puedo entenderlo. Sin embargo, da mucho que pensar sobre la condición humana, el aberrante comportamiento de algunos y el fracaso de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. El mal por el mal.

Ignoro si la maldad es algo que forma parte de la esencia del ser humano o si, por el contrario, es algo aprehendido y aprendido. La cuestión precisa, no solo, de un análisis antropológico, sino también filosófico y ético. Es posible que esta necesidad de reflexionar sobre todas estas cuestiones no interese a casi nadie porque, por desgracia, vivimos tiempos de lo inmediato y en la permanente reivindicación de lo satisfactorio al menor coste posible. Sostener que el ser humano es egoísta y adopta posturas absolutas que rayan la deshumanización, ya no sorprende a nadie. Olvidamos con la facilitada pasmosa y preferimos mirar a otro lado mientras vaciamos de toda ética nuestro compromiso social. 

Sin embargo, conviene sentarse y darle unas cuantas vueltas a lo que somos y queremos ser. Pese a las limitaciones y la inmensa distancia que nos separa de todo lo que se juzga en Aviñón, reflexionar sobre todas estas cosas es casi una obligación.  Frente a nuestra banalidad y pronto olvido, a Gisèle Pelicot, valiente como ninguna a la hora de enfrentar el vía crucis del proceso judicial, le queda por delante la titánica tarea de seguir adelante, procurando que todo el horror sufrido a manos de la persona con la que compartía la vida y, aparentemente, quería y respetaba después una vida en común, no se destroce de manera definitiva el resto de vida que le queda y pueda, en la medida que sea posible, volver a confiar en el ser humano. Y a los acusados, mi deseo de que les caiga todo el peso de la ley y se pudran en el infierno.

 

 

viernes, 13 de septiembre de 2024

TU CASA. MI CASA

 




Dos personas viven los mismos hechos, pero los recuerdos, más allá de lo meramente tangible, son de un particular absoluto. Los sentimientos que nos provocan, los hechos y las circunstancias que cada uno de nosotros vivimos, son bien distintos, aunque sean los mismos. Y puede que todo eso que se despierta en otro nos sea irreconocible, incluso incomprensible. Vivimos lo mismo, sentimos distinto. Cuando recordamos, y volvemos a pasar las cosas por nuestro corazón (etimológicamente eso es lo que significa "recordar"), puede que algo se nos remueva por dentro, o puede que ese recuerdo yo no signifique nada y haya perdido el lustre que durante algún tiempo tuvo. El tiempo alisa las aristas, redondea el recuerdo y lo moldea, alejándolo, a veces, de lo que fue la realidad vivida. Y aunque recordar es volver al pasado, ese regreso poco tiene que ver con lo que fue, porque aunque podemos componerlo de nuevo, trayendo a la cabeza la información que retuvimos en el pasado, con toda seguridad, no será lo mismo. 

Para los que no entendemos nada de sinapsis, ni de procesos neuronales, la promiscua generación de recuerdos nos parece magia  y termina por interesarnos muy poco la cuestión biológica pero somos conscientes, a nuestro propio pesar, que la vida cambia, las percepciones también. Podemos asomarnos a los hechos del ayer de una manera serena y contenida, pero la primigenia emoción, queda grabada para siempre y el cambio es menudo, sutil. Lo que no alegró el día nos devuelve la sonrisa; lo que nos entristeció, dejó un poso de melancolía que aún hoy nos curva los labios, inevitablemente. Es el modo en el que sentimos y como seo nos transforma lo que también nos convierten en seres únicos y especiales. 

En todas estas cosas pensé después de ver la película “La casa”, de Alex Montoya. Los recuerdos de una familia que remueve, desde lo íntimo y personal, el interior de lo que algunos ya somos. Creo que es, con diferencia, una de las mejores películas que he visto en los últimos tiempos. Ahí lo dejo.


jueves, 29 de agosto de 2024

COSAS

 


Descansar y desconectar como medida profiláctica para el inicio del curso es una de las mejores cosas que podemos hacer. Una decisión barata que garantiza una vuelta al ruedo más que satisfactoria. He descansado y me he desconectado. Ahora, con ya los pies en la tierra y la cabeza en las obligaciones, reviso algunas anotaciones hechas a lo largo del mes de agosto. Solo son cosas:


  • El Bitter-Kas para beber en vasos pequeños y no llenos del todo.
  • El café solo acompañado de un gran vaso de agua fría. No importa si es con gas o sin gas, lo relevante es que esté bien fría.
  • Caminar con los auriculares puestos. No olvidar recargarlos a la vuelta del paseo, como es habitual.
  • Chet Baker y la lluvia.
  • El sonido de las brazadas al nadar despacio.
  • Cualquier párrafo de “París no se acaba nunca".
  • Reconocer que todos tenemos un idiota dentro que nos permite tropezar dos veces con la misma piedra y no morir en el intento.
  • Saber que el rencor es como beberse un vaso de cicuta y esperar que se muera otro.
  • Apuntarse a zumba y faltar a la primera clase.
  • Que el espejo, con el tiempo, te devuelva la imagen de tu madre o la de tu padre, según se mire.
  • Que con los años, la máxima "noctambulidad" soportable acaba a las 01:00 a.m., y gracias. Lo que garantiza que el insomnio no llame a tu puerta dos horas más tarde.
  • Que las caderas se vaya ensanchando a la par que las falta de ganas de discutir sobre algunas cosas.
  • Que los derechos siempre conllevan obligaciones y que defender los primeros comporta cumplir con las segundas. Si no es así, el sistema se va a pique.
  • Amar a alguien también implica voluntad.
  • Necesitar un punto de apoyo para que el mundo no vuelque.
  • Que a veces lo menos es más. Y que no todo lo que brilla es deseable.
  • Que no todas las opiniones son respetables. No hay que tomarlas en consideración.
  • El tiempo es un regalo que no hay que desperdiciar.
  • Que las mascotas no suplen a los humanos, pero hacen más bien que algunos con dos piernas.
  • El piano de Abdullah Ibrahim. Inmenso.
  • Se puede cerrar los ojos y seguir sintiendo.
  • El dolor de los que queremos es parte de nuestro propio dolor.
  • Los bolis Bic tampoco se acaban nunca, como París.
  • El vino siempre es bueno. Si es tinto, dos veces bueno.
  • Lo que trasciende, a veces, no se puede tocar.
  • Haz lo que quieras y creas que debes hacer sin esperar nada.
  • Faltan dosis de humildad al mismo nivel que la falta de vitamina D, pero no hay pastillita para la primera falta.
  • No tengo una libre con ojos de ámbar, solo un salero con las iniciales de mi tatarabuela grabadas.
Se acaba agosto. Se acaba la lista (o la tonta, a saber).




miércoles, 31 de julio de 2024

ENREDAR Y NO ACABAR

 

 

Han transcurrido casi 46 años desde que se promulgó la Constitución española, que reconocía como derechos fundamentales de todos los ciudadanos la igualdad, la seguridad jurídica, la tutela judicial efectiva y unos cuantos más. Según los datos publicados por el INE y relativos al año 2022, la población alcanzó los 41.932.488 ciudadanos, de aquella cifra, 32.868.995 no había nacido o eran menores de 18 años. El resto de los 7.4801.115 españoles ya habían alcanzado la mayoría. Estos números nos indican que la mayoría de la población española ha nacido o pasado su primera infancia en democracia. ¿Qué podemos extraer de este dato? Pues que pese a que muchos se les llena la boca hablando de franquismo y las falta de derechos que existió entonces, la realidad es la población que vivió durante aquel periodo y lo sufrió, en su mayoría, ya ha fallecido. En consecuencia, la continua alusión instituciones franquistas no es más que un discurso casposo que pretende golpear en el vientre de los ciudadanos y alejarles de la razón. No vivimos en un país privado de derechos, sino todo lo contrario. Sin embargo, ciertos discursos tendenciosos que barajan la desinformación y que pretenden confundir al ciudadano, transmitirle un mensaje tan falso como abrupto de oscurantismo en el ejercicio de derechos fundamentales, que ha cuajado en parte de la ciudadanía que ha decidido creer a pies juntillas en ese discurso que pretendiendo ser progresista es de lo más reaccionario.

En este país, mal que les pese a unos cuantos, todo ciudadano, con independencia de su orientación política, sabe que goza de una serie de derechos que son fundamentales e inalienables. Pero en estos tiempos de confrontación en los que lo ideológico prima sobre lo fundamental, y se pierde de vista que quebrantar los principios sobre los que se asienta un estado democrático, como son la separación de poderes y la igualdad ante la ley, es tomar una deriva tan retrógrada como peligrosa. Hemos caído en primar el “quién” frente al “qué”, lo que en la práctica supone privilegiar a unos frente a otros en función, en este caso, de su condición política. 
Pero por suerte, al menos por ahora, del primero al último ciudadano de este país, todos estamos sometidos a la norma, tanto en lo que a derechos se refiere, como a deberes y obligaciones. Puede que el sistema no sea perfecto, pero es el mejor que hay frente a otros modos de organización social y política.

El principio de la igualdad ante la ley es un pilar fundamental de nuestro sistema en el que no tiene cabida el “No sabe usted con quién está hablando”, al que tanto recurren algunos. Por eso, no debería extrañar que en una investigación judicial puede pedirse la declaración, incluso, de la persona que ocupa la presidencia del Gobierno, si es necesario, por muy excepcional que nos pueda parecer por el cargo que ocupa. El imperio de la ley y la separación de poderes debe alcanzarnos a todos sin excepción. Es nuestra garantía, la de todos. No seré yo quien se manifieste sobre una investigación judicial de la que desconozco todo y más. Pero hay algo clamoroso. Pedro Sánchez, hasta el momento, ha sido citado en calidad de testigo, en su condición de esposo, en el proceso de su esposa investigada por, al menos, un presunto delito de tráfico de influencias. No ha sido citado en condición de presidente del Gobierno de España, ni se le está imputando ninguna actuación que deba ser investigada, al menos en este momento. La relación de parentesco le permite acogerse a la dispensa para no declarar, que le reconoce la Ley de Enjuiciamiento Criminal (art. 416.1 LECrim.), si cree que con ello puede perjudicar a su esposa.

La decisión sobre declarar o no, solo a él le corresponde. Y si bien es cierto que su declaración se recaba en el ámbito privado de su relación matrimonial, lo que el Sr. Sánchez no puede olvidar es que él no es un ciudadano cualquiera. Que su citación, como la de cualquier testigo, se circunscribe a declarar sobre hechos o circunstancias que conozca en relación con los hechos investigados y que, por mor de la transparencia y lealtad a las instituciones del Estado, su declaración no debería constituir un inconveniente si, como se reitera desde los círculos y defensa de la Sra. Gómez, su esposa no utilizó en beneficio propio, el hecho de la posición de privilegio y poder que tiene su esposo.

Desconozco el entramado de caso en concreto y no tengo ningún interés en emponzoñarme con el mismo. Las fases de instrucción de los procesos penales sirven para investigar hechos que tiene apariencia delictiva. No se enjuicia nada, solo se investiga. Y, únicamente, en el caso de que existan indicios suficientes sobre la presunta comisión del delito, es cuando se llevará a los autores de los mismos ante los Tribunales para su enjuiciamiento. Nada más. 

Querellarse porque a uno le citan como testigo es como poco bastante extraño. Pero a mi entender, el tema va mucho más allá de la argucia procesal del señor Sánchez. Esta actuación, tan poco espontánea como efectista, parece enmarcada en el profundo ataque que desde el poder ejecutivo sufren las instituciones que pretenden controlarlo.  
Los rigores del calor hacen florecer animadversiones curiosas. Pero este julio, que arde como pocos, nos permite confiar en los derechos que la Constitución nos otorgó, pese a lo poco que algunos los valoran y que la cosa no va de franquismo, ni de derechas, ni de izquierdas, ni de nada. Solo va de ser iguales ante la ley, para lo bueno y para lo malo.


 

martes, 23 de julio de 2024

SOME LIKE IT HOT

 


Si tuviera que escoger en que lugar querría estar en este momento, si pudiera teletransportarme, escogería mi casa. La de ahora, la que deshabito más que habito. Es un pensamiento un poco loco que se va expandiendo mientras intento concentrarme y me pierdo pensando en cuál es el motivo por el que la media de las horas que paso sentada en esta silla supera con creces las que propone la ministra de trabajo. Y me sigo perdiendo, vagando por ahí, pensando en cosas que se me entrecruzan porque estoy quemada y necesito parar. Leo tres tweets y le murmullo a la pantalla que opinar está bien, pero que informarse un poco antes de hacerlo, tampoco está tan mal. Ser atrevido y osado es una corriente social que corre pareja a la desinformación, que es lo que se lleva ahora. Quizá también por eso, pienso que querría estar en casa, mi casa, la casa que deshabito, porque allí no hay soplapolleces que esquivar, y porque esta noche he dormido mal pensando que el día empuja la mugre y que mañana, por hoy, aún queda un buen lote por aventar. Con la mitad del día consumido y la confirmación fáctica de que hoy tampoco haremos limpio, solo me apetece sentarme en el patio a la sombra del limero, a esperar a que oscurezca y olvidarme de que mañana, aun sin ganas, hay que seguir remando.



lunes, 15 de julio de 2024

VIVIR MONTADO EN UN COLAJET



 

Mientras nos tomamos el primer café de la mañana, me explica que el fin de semana estuvo en una gran superficie y que la mayor parte del presupuesto se lo llevó la compra de granizados, helados y latas de cerveza al 0%. Cosa del calor, la desgana y de andar de Rodríguez desde la verbena de San Juan. Sus niños, que ya no son lo son tanto, han desaparecido del hogar y andan haciendo el penco por ahí, que es lo que toca hasta que un día, sin saber muy bien cómo, las obligaciones llaman a la puerta y el pago del impuesto sobre la renta, en pleno veranito, te recuerda que eres un mortal adulto de mediopelo. Pero ahora toca lo que toca y olvidarse de tener que llenar la nevera para centrarse solo en el congelador, es una opción nada desdeñable. Le entiendo. El verano se creó para dar vidilla y resucitar a los helados, a las jarras de cerveza congeladas, y a los cubitos de hielo enormes como el peñón de Gibraltar. El edén veraniego es eso y poco más.

Un verano de esperanza y satisfacción es un congelador libre de carne y pescado. Casi he tenido envidia, pero no. El calor insano y matador de la humedad asfixiante de esta ciudad y el ahorro energético al que nos tienen sometidos sin el aire acondicionado, me llevo a pensar que el paraíso no es vivir lamiendo cornetes y chupeteando helados, aunque sean de vainilla, ni siquiera bebiendo cerveza en jarras bien frías. No. El paraíso es una sillita de playa apostada en el pasillo de los congelados de una gran superficie al socaire del aire fresco que fluye entre la nevera de la verdura congelada y tu cuerpo serrano, al que abrigas con una rebequita de punto, no vaya a ser que te constipes.



 


domingo, 7 de julio de 2024

CUESTA ARRIBA


 

El espacio entre los dos lo ocupa un silencio excesivo. Concluyó que algo le preocupa más de la cuenta. Y aunque puede contarlo, lo evita. Trampeo como puedo y sorteo sus caballones marcándome un farol tras otro para poder seguir.
Acumulamos unos cuantos desastres. Un fajo de ilusiones que, por obsoletas, se convirtieron en una sarta de ambiciones aparcadas con los que nos adornamos la vida durante tanto tiempo que ahora parece imposible medirlo de una manera racional. Quiero marcharme de esa ofuscación, tanto como quedarme. La diferencia entre lo uno y lo otro, no depende de nada, ni siquiera de nadie. Dispara y la bala se extravía entre su mugre y la mía. Pero la culpa no es suya, tampoco mía. Es solo la vida que acostumbra a ponerse cuesta arriba y al final, cuando crees tener una respuesta, todo se esfuma y vuelta a empezar.




miércoles, 3 de julio de 2024

PATADAS



Todos somos el ombligo de nuestro propio mundo. Pensamos las cosas desde nuestro punto de vista y las interpretamos desde ahí, sin tener en cuenta que no existe una única versión de nada y que la nuestra la vamos moldeando desde nuestra realidad, nuestros sesgos e incluso desde nuestro estado de ánimo. Salirse de ahí, reconocer que lo que “vemos” puede que no tenga nada que ver con lo que otro “ve”, no siempre es sencillo. Hay un vídeo del profesor Fernández Bravo que lo explica de una manera muy sencilla y entretenida.  Clicando sobre el nombre, se puede disfrutar del mismo. Una maravilla.

Muchos de los conflictos y de los malos entendidos provienen de no tener en cuenta que hay tantas versiones, opiniones y formas de hacer, como personas que las emiten. Ser consciente de la mirada de otro puede ayudar a entenderle y a buscar soluciones donde antes éramos incapaces de ir a encontrarlas. Hacer el ejercicio de intentar comprender por qué alguien actúa de un modo u otro, no es fácil y nos coloca muchas veces frente a un espejo del que rehuimos con frecuencia. Lo sencillo es dejar que la cosa fluya. Pero como todo lo fácil, es pan para hoy y hambre para mañana. El universo es global y avanza desde la discrepancia. Y es desde ahí, desde lo diferente, incluso lo opuesto, desde donde hay que buscar, incluso inventar, soluciones y medidas creativas que permitan la convivencia. Discrepar no puede significar eliminar o ningunear al otro. Los límites se encuentran en el respeto a lo fundamental: la vida, la libertad y la seguridad. Fuera de ahí, no hay nada.
Acoger la diferencia, aun desde el polo opuesto, acostumbra a ser un elemento enriquecedor. Del inmovilismo nunca nació nada bueno y de las patas en la espinilla cuando son gratuitas, tampoco.


 

sábado, 29 de junio de 2024

DIARIO 3.0

 


Todos conocemos a alguien que nos parece un saco de mierda y si bien es verdad que las ganas de escupírselo a la cara no son pocas, la urbanidad y el control de los impulsos evitan que se lo soltemos en cuanto el sujeto asoma la patita por nuestro horizonte. Pero, parece que si quien suelta la burrada es un ministro, y lo hace en las redes sociales, la gravedad es menor y hordas de seguidores, olvidando el buen hacer, aplauden la boutade que no tolerarían en otro. La altura de la política actual, ya la tienen, la de un saco de mierda.

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Miró al frente, como si supiera que a la caída de la línea del horizonte le esperaba de pie, con las manos en los bolsillos, mirando al frente y con la misma idea loca de que ese espacio que existía entre los dos les unía más que lo que les separaba. Arde Berlín.

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Pasó mayo y con los primeros días de junio, cuando el calor empezaba a colarse de rondón, estalló una extraña primavera que se llevó por delante los trazos marcados hasta entonces. Y llegó el verano, suelto y ansioso, dibujando a cada minuto una línea apenas visible que llevaba desde la nada hasta las ganas feroces de besar su boca. Y llegó septiembre, el ansia se convirtió en barro, sin que un puto semáforo cambiara su luz roja por una alentadora ámbar.





domingo, 9 de junio de 2024

DIARIO 3.0


 
I.- Que los periodistas muchas veces se inventan cosas, no es algo que se pueda refutar fácilmente, bien al contrario. No hay día que no se manipule información y noticias con tal de arrimar el ascua a su sardina. Nada nuevo bajo el sol, solo que, en estos momentos, lo que debería ser una excepción a un deber general de información veraz, se ha convertido en lo habitual, lo que no deja de ser algo tremendo si tenemos en cuenta que, en la era de la información, la desinformación gana por goleada. Si a esta gran deficiencia (que no es más que una absoluta dejación del deber ético del periodismo), se le unen las pocas ganas y la escasa posibilidad que a veces tiene el ciudadano de contrastar lo que se le lanza desde los medios, la manipulación se consolida y convierte a los ciudadanos en un rebaño, más que en una sociedad pensante y con criterio. Lo vivimos a diario. Casi nada de lo que sucede en el mundo encuentra una explicación clara y, mucho menos, una explicación veraz. En la era de la polarización universal todos nos hemos convertido en geopolíticos, estrategas, analistas financieros y conocedores de los sistemas legales por muy remotos y lejanos que sean. No importa. El papel, y quien dice el papel, dice la red, lo aguanta todo, al menos durante un tiempo y mientras haya alguien que esté dispuesto a tragar cualquier cosa. Ahí lo dejo.

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II.- Este fin de semana me lo he pasado encerrada en casa. Tenía que estudiar. Sí, estudiar. Porque, por si la vida no fuera bastante complicada con lo habitual, decidí seguir complicándomela un poco más y ahora, tras un año angustioso, toca demostrar que no soy idiota (o al menos no tanto), y que cuando me lío con algo, pese a quien le pese (sobre todo a mí), intento llevarlo a buen puerto. La calabaza me sobrevuela y espero alejarla a golpe de codos, aunque no sé si tengo la testa para según que requerimientos.

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III.-   A veces hay que dejar correr para poder nadar. Yo lo sé, tú lo sabes. Por eso, hoy eres mejor que ayer.

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IV.- Tuve un sueño un tanto extraño, pero bastante placentero. Recuerdo el sabor de su boca, el calor de su aliento y el roce extremo de sus manos. Pero, ¡Hay que joderse! El personaje en cuestión se coló por el inodoro en cuanto hice el primer pis de la mañana, medio dormida y con un palpitar aún hermoso entre las piernas. ¡Bye, bye!, le dije, al tirar de la cadena.

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V.- Recomendar hasta reventar: Tahir Hamut Izgil y su "Vendrán a detenerme a media noche". Y de ahí, en adelante, lo que quieras y más. Algo así como:

"Que haya un ángel dirigiéndose a desayunar.
Que haya un paquete azul en su mano.
Que me envíe el paquete expreso.
De él que hable. El pájaro emerge
y me dice: “Aquí estoy”.
Que el ángel regrese a casa
para trenzar una mecha de algodón para su lámpara de aceite".



lunes, 3 de junio de 2024

FRIVOLITÉ


 

Mostrar al mundo lo guapo que uno se siente debe ser un ejercicio agotador. Desde mi mesa, mientras me tomo un sándwich para comer, aunque bien podría ser casi la cena dada la hora, veo a una mujer de edad indefinida sentada en unas mesas más allá. Está sola. Se muestra atenta a su alrededor, vigilante, hace gestos extraños, movimientos rápidos, como si quisiera que nadie la viera. Con una mano sujeta el móvil y coloca la otra sobre su hombro mientras ladea la cabeza y hace un mohín. Saca un lápiz de labios y se los repasa sin necesidad de espejo. Vuelve a coger el móvil y casi me parece escuchar la ráfaga de fotografías, aunque las cámaras de hoy son mudas. Después teclea muy rápido, muy seria y vuelve a dejar el teléfono sobre la mesa.

Puedo intuir el destino de las fotos y no creo equivocarme mucho si aventuro que acabarán en alguna red social en la que intentará mostrarse estupenda y bastante más alegre de lo que parece estar cuando acaba el carrusel fotográfico. En la era del postureo hasta los seres más corrientes buscan un minuto, a veces un segundo, de gloria. Nadie está a salvo de cierta vanidad, aunque creamos lo contrario. 

Intento recordar la última vez que me hice un selfie. Fue hace poco. Nos juntamos para recordarnos que la Tena Lady no es un problema; que los hijos son ellos y no nosotros; que cuando la regla desaparece algo nuevo y chispeante llama a tu puerta y suele ser en forma de calambres en las pantorrillas, algunos sudores nocturnos y el alivio de los embarazos a destiempo. Así nos hicimos la fotografía, mirando al enano objetivo de un teléfono móvil y doblando los dedos como si quisiéramos ahuyentar la mano negra que a veces se arrima con mala leche. No la colgamos en ninguna red. Nuestra necesidad de notoriedad está seca como la pata de un banco. 

Mientras pienso en eso, me acabo el emparedado de atún que ahogó con un café aguado. Veo a mi vecina recoger sus cosas y contestar al móvil con un lacónico “Estoy llegando. Compra algo para la cena de los niños, que yo paso por la tintorería”.

Marilyn, inmensa en la soledad de la cafetería, tiene una vida corriente como la de cualquiera, aunque su mano desmayada y los morritos fruncidos, busquen cosechar cientos de falsos “likes” en la internetes con los que aliviar la necesidad de frivolidad.




domingo, 26 de mayo de 2024

PESADOS NO, LO SIGUIENTE

 


Confieso que no recordaba el físico de Nelly Furtado y que si alguien me hubiera preguntado por ella solo habría sido capaz de tararear el estribillo de “I’m like a bird”. Nada más. Pero, confieso también, que solo cuando he visto algunos comentarios sobre su cuerpo, la he buscado. Una búsqueda que habrá llevado a cabo un montón de gente para comprobar ese "antes y después" con el que la pone en evidencia y la han convertido en tendencia por encima de Milei y de Pedro Sánchez. Y da igual que el concierto haya sido estupendo o una castaña, lo importante son sus caderas poderosas, su lorza que es la lorza de todos. La imagen es una de las muchas esclavitudes de nuestro tiempo y la delgadez una de las más severas. No se puede estar gordo o ser gordo. Porque la gordura tiene dos maneras de manifestarse: la permanente fluctuante, a más o a menos (entonces eres gordo) y el puntal (entonces estás gordo).

No sé si tienen algo que ver con el machismo o no, porque hoy en día nadie puede estar/ser gordo, so pena de estar permanentemente cuestionado, aunque no te conozca ni el tato y tu club de fans sean tus vecinos, amigos y compañeros de trabajo. Cuando el exceso de peso lo acarrea un personaje con una imagen pública, la crítica ya es feroz y esos kilos de más se convierten casi en una cuestión de estado. La trituradora de lo banal no deja lorza sin analizar. Nadie está exento de cierta vanidad. A todo el mundo le gusta verse bien y sentirse mejor. Pretender un cuerpo normativo, sujeto a cánones a veces imposibles, casi siempre obliga a sacrificios que se llevan por delante algo más que los kilos que, con el tiempo, vuelven a traición. La batalla contra el peso, que muchas veces se emprende en falso, pero apuntalada por los buenos propósitos de la salud, es una batalla que se gana de momento y se pierde en la guerra del mantenimiento. Pero la cuestión no siquiera es esa, sino en dejar a la gente en paz, en respetarla y en tenerla en cuenta como algo más que un trozo de carne más o menos prieto. Vivimos en una sociedad enferma y hay mucho personal de cuerpo escultural y cerebro menudo. 

Por acabar, Nelly Furtado está tremenda de buena con esas curvas que luce. Y las luces y hace bien, porque ese es su cuerpo, porque esa es ella y porque le da la gana mostrarlo. Y si no estuviera tremenda, pues tres cuartos de lo mismo. De Nelly Furtado solo debe importarnos si canta bien o si no lo hace. Lo demás son estereotipos de una sociedad idiota que más nos valdría mandar a tomar por saco. 

 





domingo, 19 de mayo de 2024

Y DE REPENTE



Empiezo a leer. No entiendo nada. Vuelvo a la primera página, a la primera palabra, y me empeño en seguir. Pero no entiendo nada. Me he perdido dos veces y aunque conozco y reconozco cada palabra, soy incapaz de darle sentido. Paro. Bebo un sorbo del café que dejé sobre la mesa hace un par de horas.  Me gusta frío y ahogado en agua. No parece que la cafeína ni el parón ayuden mucho. No es más que una novela, pero igual se me ha soltado algún cable y, sin darme apenas cuenta, he perdido la capacidad de comprensión por mucho que me concentre. Es una sensación bastante extraña, así que lo dejo y sintonizo una emisora de radio que solo pone música de los 80.  Respiro hondo. Me pregunto en qué momento empezó el deterioro porque, sin duda, esto lo es. Suena Mecano y yo misma soy yo, un cuadro de bifrontismo agotado y chusco que, como la canción, juró que ya no más y aquí estoy, con la neurona medio fundida. Se lo cuento a Berta y hace un mohín. Un gesto que repite, desde que la conozco, cada vez que suelto algo que considera una majadería. Y esta vez, debe de ser de campeonato por lo acusado del gesto. Le digo que una vida entera, incluso dos, es tiempo más que suficiente para olvidar a alguien, pero que a veces nos atascamos en un pasado y vagamos por aquel, sin querer inventar nada, solo recordando un gesto, una palabra, un pensamiento. Lo abrupto tiene esas cosas. Vives, se muere, y tú sigues con lo que parece una vida que a veces no es la tuya. Me da un beso de abuela, en la frente, y me quedo ahí, en mitad de una partida que no comprendo y una novela que concluyo que es una mierda.



domingo, 12 de mayo de 2024

VÉRTIGO Y CENIZA

 


I. Entras, te mueres de miedo, te estabilizan, sonríes y vuelves a casa.
Suena el teléfono y veo su número. Las cejas se fruncen en un gesto automático. Si llama, es que algo no va bien. Y voy hacia allí, muerta de miedo, te veo sonreír, no comprendo en qué rincón de tu cabeza queda espacio para pensar que de esa manera nos haces la vida más fácil. Y no puedo sonreír porque, mientras a ti te sale de natural, a mí se me llenan los ojos de lágrimas y tengo que volver la cabeza, mirar por la ventana y comentar que menudas vistas horrendas se ven desde aquí, que maldito sea el mal gusto de quien pensó que ver el paso de una autopista sería una buena idea.
Y me niego a mirar nada más porque mirando, aun sin buscar, puedo encontrar y no sé si quiero saber.


II. Y tú ¿Qué quieres de mí? No me digas que nada. Si no quieres nada ¿Qué haces aquí? Puede que solo te busques a ti mismo. Y casi que mejor que sea así porque yo ya no tengo nada que ofrecer. Ya no soy la que era. Ya no eres lo que yo quería, o eso creo. Con eso vivo. Yo qué sé.



III. Elecciones para no elegir nada. Menuda paranoia. Ser imbécil es una desgracia, una pena, una pesadez para los demás, pero no es un delito. Soportamos estoicamente a mucho imbécil. Si una cosa te dan los años es la capacidad de olerlos desde cinco minutos antes de que se te arrimen. En la actual política se agrupa el mayor rebaño de imbéciles narcisistas que uno se pueda encontrar, por eso la fractura es casi absoluta.



IV. Leo a Javier Marías antes de acostarme. Miro el teléfono. Me muero de sueño. Los sueños han muerto. Viva la nada.



V. Noches de auroras boreales en el Mediterráneo. ¿Quién nos lo iba a decir?


VI. Domingo de elecciones. Desayuno un bocadillo de pan de aceitunas, queso brie, jamón y un café largo, un poco aguado. No tiene nada de ligero, me da igual. Compro una buganvilla para reponer la que se murió hace poco. La cargo entre los brazos y alguien tiene a bien decirme que somos iguales. Creo que se refiere a mi hermana,  porque camino cerca de su antigua casa, o quizá porque la pienso todo el día. Debo poner cara de no reconocerle, porque lo siguiente que oigo es que las dos sois dos flores preciosas. Sonrío y lo hago de verdad. Aún se reglan piropos que no cuestan, pero valen mucho. La buganvilla es preciosa y mi hermana también.