Necesitaba aire, brisa y mar, mucho mar. Un perfecto reconstituyente que encuentro cuando me escapo a L'Empordà. Por eso estoy aquí, frente a un enorme ventanal, con la Tramontana aireando la conciencia, esperando que mis flancos se llenen de agua y dejando que el resto fluya. No puedo ver el mar, está muy oscuro, y el sonido del viento no me deja oir el rompiente de las olas. Intuyo los islotes que no veo pero que aprehendí y aprendí a fuerza de clavarme en ellos desde la distancia.
Tengo suerte. Estoy aquí, una noche fría que templa el alma. Estoy en paz conmigo y con aquellos a quienes creo puedo haber debido algo. No hay nada que decir, nada que hacer. No hay necesidad de nada. Oigo su respiración serena.
Nuestra existencia se compone de pequeños momentos, tiempos y espacios tan minusculos como este mismo, un universo encerrado entre cuatro paredes golpeadas por el viento. Vivimos en un sin vivir. Nuestra existencia no es perfecta pero ¿Qué más da? Mañana posiblemente salga el sol y una nueva oportunidad se dibujará sobre la escarcha que teñirá el ventanal desde el que ahora miro.
Somos afortunados si nos queda el mañana.
Ray Lamontagne -
(Versión 2.0. Original 25 de abril 2009)
Veo que eres exigente para escribir cosas. Te rodeas de paisajes hermosos.
ResponderEliminarEl L'Empordà lo es.
A la voreta del mar....
ResponderEliminarSi, som afortunades ¡¡¡