Quise encerrar el universo en una bola de cristal. Creí conseguirlo y la hice rodar. Cien veces chocó contra paredes de papel y el mundo se convirtió en un sonajero. Mucho ruido, poco más.
Me tapé los oídos con las manos para escapar del tintineo univeral y rodé, giré y volví a rodar, vistiéndome de ansia para seguir rodando, girando sin parar. Pero el cristal resiste poco.
Olvidé que ahí fuera, lejos de las paredes del bolinche, la gravedad no existe. Y te veo flotar lejos, a más de mil millas, buscando cuadraturas extrañas allí, ahí, siempre lejos de aquí.
Pompas y más pompas de jabón. Y giro, y giro, y giro estirando los brazos persiguiéndo burbujas que se van.
Verde esmerilado. Verde nada más.
Patricia Barber -
Las pompas de jabón son extrañamente frágiles. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, lo son.
ResponderEliminarFeliz tarde de domingo
Maravillosas pompas ¡¡¡
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