Encadenó dos palabras y tres razones que no mesuró. Las envolvió en un duro papel de estraza y las entregó dando un puntapié. Ni siquiera rodó. Las palabras gruesas pesan y arrastran el alquitrán del asfalto sobre el que caen.
A sus pies llegó una bola de papel. La empujó con la punta del pie para hacerla rodar. No se movió. La desenvolvió sin saber que, en su interior, el veneno que contenía se había disuelto hasta convertirse en un borrón.
© Fotografía naq
Si que hay venenos en forma de bolita de papel.
ResponderEliminarBuen día.
Por aquí lloriquea.
La ofensa o el regalo no aceptados,son el contenido de esa bola.
ResponderEliminarMe ha gustado un montón.
... y cuenta nueva, me temo.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminar