Lo más sencillo es mezclar churras con merinas, decir que a uno se le ataca por tener un “color” determinado. Confundir a quienes no saben, ni quieren saber, hablar de oído, y hacer correr cientos de bulos poco informados, son un pasto perfecto para poner el país panza arriba.
Hace un buen puñado de años aprendí que nadie debería estar por encima de la Ley. Hace otro buen puñado de años aprendí que las estrellas deben estar en el cielo o en el cine pero no en profesiones que por su cometido son la representación del Estado de Derecho democrático (aunque sea mejorable). Por eso, no puedo por menos que arrugar la nariz frente al tufo que lanzan algunas manifestaciones que ensalzan las actuaciones de Baltasar Garzón.
Lo fácil, lo sencillo, es mezclar las cosas. Colocar en una coctelera cuestiones distintas, polémicas y dolorosas para parte de la ciudadanía, cuestiones que nada tienen que ver unas con otras para, al final, ensalzar la figura de quien se cree por encima de todo, y destrozar, en consecuencia, el trabajo, que en silencio, realizan muchas personas, con rigor y ciencia, para que nada ni nadie esté por encima de la Ley es, cuanto menos, muy lamentable. Permitir que se retuerza la ley, en función de quien lo haga, aunque se ampare en aparentes buenos fines, puede llevar a impunidades de las que en un futuro nos arrepintamos.
A Garzón no se le juzga por investigar nada, no se le juzga por perseguir nada. A este Juez estrella se le juzga porque se arrogó competencias que no le correspondían y lo sabía. Porque no cumplió las normas procesales y por actuar por encima de ellas a sabiendas.
No seré yo quien diga que los ciudadanos no tenemos derecho a saber que es lo que pasó durante un periodo determinado de nuestra historia, ni seré yo quien diga que los ciudadanos no tenemos derecho a conocer donde descansan los restos de nuestros muertos (los de un color y los de otro, porque no olvidemos que la Guerra Civil fue una guerra fraticida). Y no seré yo quien lo diga porque, precisamente yo, he tenido que retrotraerme a tiempos remotos, utilizar la Ley de la Memoria Histórica, para conocer parte de la historia de los míos.
Flaco favor se hace a la democracia, al propio Baltasar Garzón, a la ciudadanía en general y a la propia memoria histórica en particular, con manifestaciones que parten desde la ignorancia de la Ley, de la historia y del funcionamiento de la Justicia.
Creo que hablar de oído es una fatalidad, que aborregarse frente a posiciones que parecen progres por el mero hecho de parecerlo es otra fatalidad peor aún.
Equivocarse es una fatalidad, pero actuar, no por error, sino por una malinterpretada omnipotencia, eso, tiene otro nombre que espero le dé el Tribunal Supremo, en beneficio de todos.
PD.: En este post no voy a realizar comentario alguno, no tengo intención de polemizar con nadie, sino de expresar mi opinión. Igualmente, colgaré todos y cada uno de los comentarios que se hagan, me gusten o no.
Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura
http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/l52-2007.html#
Me ha encantado la PD., aunque no va dirigida a mi. No podría polemizar ni aunque me empeñara, estoy totalmente de acuerdo contigo. Hace poco más de 36 horas que conozco tu blog pero por algún motivo, cuando he visto al foto de Garzón, he pensado que tu opinión sobre él sería exactamente la opuesta de la que es. Me encanta equivocarme cuando prejuzgo a alguien. Lo pequeños baños de humildad no están nunca de más.
ResponderEliminarClaramente expuesto.
ResponderEliminarAlgunas veces pienso que eres abogada.
Un petonet, o una cosa de esas.
Pero que bien lo explica usted Sra Noire.
ResponderEliminar;)
Vamos, vamos. Es un ajuste de cuentas.
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