La noche hoy sí que es mía, sólo mía. El mundo desaparecido. Pero no hay silencio, no. De fondo se oye el rumor de la batiente marina que se mezcla con una melodía suave, cálida y envolvente. Una terraza sobre el mar, un acantilado con vistas, las piernas cruzadas en un reposo total y los pies apoyados en una balaustrada de piedra. Hoy la tierra atraviesa la órbita de una nube de meteoritos. El cielo cruzado de Perseidas, lágrimas de San Lorenzo. Y sí, la noche es así, más terrenal que nunca, más sentida que muchas otras, tomando conciencia del propio YO, buscando respuestas a mil preguntas que ayer no existían. Porqué así es la noche, rumor de mar, olor de sal, la luz de una vela, y una copa de vino tinto en la mano. A solas conmigo misma, disfrutando la nada . Y ahí, entre la nada, una última pregunta: ¿Puede un pensamiento cruzar un mar y parte de un océano? Estoy convencida de que sí.
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