Leo en la prensa que la Conselleria de Salut de la Generalitat de Catalunya y los Colegios de farmaceuticos han llegado a un acuerdo sobre el Protocolo de distribución de la llamada "píldora del día después", cuando ésta tenga que ser suministrada a menores de edad.
Y una vez más, como estamos en una especie de República bananera que calza "barretina i espardenyes", empezamos a intentar modificar por la vía de la absurda distribución de funciones, ergo de responsabilidades, aquello a lo que no hubo bemoles de oponerse por mor de esgrimir la bandera del "somos más modernos que nadie" y las menores también tienen derecho a la intimidad y a la decisión sobre el propio cuerpo.
Pues bien, parece ser que ahora los farmacéuticos valorarán la madurez de la chica (que yo sepa un farmacéutico está tan capacitado como yo para valorar este extremo, lo cual no es mucho), valoración que cabe preguntarse si se efectuará en la rebotica o si lo harán a calzón quitado en el propio mostrador de la farmacia, todo ello a fin de ver cómo queda la "intimidad de la menor"
Se dice que realizarán a la usuaria una entrevista (¿le preguntaran cuantas veces mantiene relaciones sexuales?, ¿si le va más la postura del misionero o el doggy style?). Que rellenaran un cuestionario que remitirán posteriormente al departamento de salud correspondiente (¿Dónde queda la facilidad de consecución de la píldora de marras y la confidencialidad en su suministro?).
Asimismo, les preguntarán si es la primera vez que la toman o si por el contrario son reincidentes en el uso de ésta. En este último caso, no la suministrarán y remitirán a la menor al centro de planificación familiar que corresponda, con lo que cabe preguntarse si ahora tendremos un peregrinar de muchachas por los distintos servicios sanitarios a la búsqueda de la pastillita de marras como si fuera el Santo Grial.
En los casos que tengan problemas de salud, dígase hepáticos, etc., tampoco les será suministrada para así preservar su salud, al menos, en un primer momento.
Y así, un montón de gilipolleces más, que no sabemos que político o técnico lumbreras ha ideado, en mor de defender los intereses de las menores.
Aún así, cuando del contenido del propio Protocolo, y de las medidas que en éste se adoptan, se desprende que estamos ante un medicamento que tiene sus consecuencias, no sólo físicas sino también psicológicas, nadie se plantea a qué estamos jugando, donde entran los adultos responsables de éstas chicas. No olvidemos que en este caso, no hay necesidad de que la menor acuda a la farmacia a solicitar el mentado medicamento, que por lo visto tantas reservas precisa, sin que vaya acompañado de sus padres o de un adulto responsable. Quizás el papel se sitúe en "acompañar" a la menor en la asunción de las consecuencias y efectos adversos que la pastilla pueda tener, sin quizás, tener conocimiento de que se ha producido su ingesta.
Rozamos los límites del absurdo y ahora, cuando ya está hecha" la gran cagada" pretendemos que sean los farmacéuticos quienes se erigen en Juez y parte a la hora de atender a la salud de nuestras adolescentes.
Hay algo que no se ha entendido todavía, porque no interesa entenderlo. La pildora del día después no es una pastilla juanola. La salud física y mental de nuestras adolescentes no es cosa de juegos, y lo verdaderamente importante es que se coloque cada cosa en su sitio: una buena educación sexual, una buena autoestima en nuestras chicas, y unas relaciones familiares que vayan más allá de la compra de la play station por Navidad.
Sólo cuando empecemos a trabajar las anteriores premisas empezaremos a ir por el buen camino, mientras tanto, todo son parches.
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