lunes, 17 de agosto de 2009

SHORT CUTS


Domingo 16 de agosto de 2009

Si dijera “I had a dream” posiblemente todo el mundo pensaría que iba a lanzar un speech político. Sin embargo, pese a que tuve un sueño, éste estuvo más cerca de una película de Robert Altman, que de cualquier otra cosa. Debo reconocer que en los años 90 me trague todo lo que Altman dirigió (desde “Mash” pasando por”Cokie's fortune”, por “El juego de Hollywood”, por “Pret a porter” y mi favorita “Short Cuts”, ahí descubrí a Raymond Carver). Siempre quise ser la pelirroja de la película. Esto no es una novedad, ni siquiera está ligado a Robert Altman, pues no sólo quise ser Julianne More en “Short Cuts”, sino que también quise ser Maureen O'Hara en “Un hombre tranquilo” o, incluso, Jessica Rabbit en “Roger Rabbit”.

Pero a lo que iba, esta noche, cuando por fin he conseguido encadenar más de tres horas de sueño, se ha “liado parda” en mi onírico mundo, ese que a veces he intentado controlar pensando mucho, justo antes de dormirme, en aquello que quería que fuera mi sueño. Debo decir que esta postura tan ridícula y adolescente jamás dió resultado por lo que, con el tiempo, la abandoné y ahora, antes de dormir, lo único que hago es ponerme mi música favorita en un pequeño mp3 y vaciar la mente.
Hoy, tras acostarme, habiendo visto en televisión “Lo Puentes de Madison County” (Debo decir que Merly Streep es gilipollas), y de escuchar a Ella Fitzgeral durante un rato, he soñado, encadenado con otras cuestiones que ni recuerdo pero que han sido moviditas, con mi padre.
Sí, con mi padre, que nada tiene que ver ni con Madison, ni con Merly Streep, ni con Ella Fitzgeral, ni tan siquiera con el último mail que leí esta noche antes de acostarme y que me enviaba uno de mis hermanos.
Mi padre falleció hace ya algunos años, seis para ser precisos. A partir de ese momento, pese a no tener una relación excelente con quien se había esgrimido en una figura de autoridad, distancia y un profundo desconocido para los que convivían con él, pasé a sentirme huerfana.
Nunca le entendí demasiado. Nunca, en vida, sentí curiosidad del porqué había abandonado su pasión por la pintura y el dibujo, del porqué todo lo encerró en un armario.

Nunca nos mostró ninguno de sus trabajos, sólo a hurtadillas, cuando los mayores no nos vigilaban, abríamos el armario de luna y veiamos aquellas carpetas. Nos parecía increible.
Hoy, con el tiempo y él fallecido, habiendo observado atentamente cada uno de aquellos dibujos y apuntes, aquellas cartas y notas que dejó, creo que comprendo mucho mejor algunas de las cosas que nunca dijo, alguno de los gestos que nunca tuvo, y me revienta profundamente que aparcara su vida, por estar en la nuestra de la manera que estuvo, distante y ajena.

Hoy, en mi sueño, aparecía él, y aún no sé porque motivo, lo encontraba en la calle, como si fuera un desconocido. Al intentar llamarle, acercarme, desde la lejanía me sonreía y, me hacía un profundo corte de mangas (lo que jamás habría hecho en vida), para decirme que ahora era libre. Y, ¿ sabes que?, hoy por fin, aunque sea en un sueño y a través mío, le he sentido libre, lo cual me ha reconciliado con su persona y me ha puesto una sonrisa en los labios.

P.D.: Quizas debería dejar de encender incienso en casa, tomar mojitos por la noche, y dedicarme a la vida contemplativa. De lo contrario, si sigo así el mundo de mis sueños se va a convertir en carne de psicoanalista.

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