miércoles, 8 de septiembre de 2010

CAMBIO DE REGLAS


Cada día, a la misma hora, en el mismo semáforo coincido con el mismo tipo. La primera vez que reparé en él fue para lanzarle todas las penas del infierno. Me cerró el paso y casi pruebo el sabor del asfalto. Desde entonces, hace semanas, cada día, sin excepción, nos encontramos parados frente a la misma línea blanca. Apenas un minuto y cambiamos la dirección, él girará a la izquierda y yo sigo hasta la siguiente parrilla. Siempre así.
El semáforo en rojo. La calle está desierta. Es inquietante. Me pregunto que será del coche que conduce el tipo al que jamás he visto la cara, sólo la mano derecha apoyada en la caja de cambios y la izquierda sobre el volante. Cambia a verde y un claxon recorre mi espalda. Miro de reojo. Un tipo sonríe desde el interior del coche. Avanzo unos metros y el mismo coche, ese que cada mañana guarda dos manos, una sobre el volante, otra sobre la caja de cambios, me escolta. Cambio de reglas de juego. Me gusta.

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