Dicen que los seres humanos tenemos cinco sentidos. Sin embargo, creo que, además de ellos, tenemos unas potencialidades sensoriales que aún no hemos conseguido desarrollar, conocer, controlar o incluso darle un nombre. Por eso, a veces, las llamamos intuiciones, premoniciones, etc.
Mientras me tomo un té con menta, pienso en las mías propias. En mi capacidad para adelantarme a algunos acontecimientos y en la de imaginar cual va a ser el siguiente paso en la cadena de sensaciones.
Son facultades y posibilidades por desarrollar de las que disponemos todos, de eso estoy segura, no es que yo sea especial.
Algunas son magníficas aunque nos lleven a tremendas realidades. Por eso, somos capaces de sentir los buenos momentos antes incluso de que estén aquí, pero también llegar a sentir que nos van a traicionar.
Alguien dirá que la palabra "traición" es gruesa y tiene razón, lo es. ¿Se puede entender, comprender o incluso disculpar, que alguien en quien se confia pueda quebrantar, sin rubor alguno, la lealtad que a otro debe, sin considerarlo algo gordo? A mí, la traición, siempre me ha parecido uno de los actos más repugnantes del que es capaz el ser humano, entre otras cosas por las devastadoras consecuencías que puede tener sobre las personas y por la maldad intrinseca que muestra el traidor cuando su traición es dolosa, conocida y querida. Por eso, no me duele calificarla de repugnante y de gruesa.
Traición. Lealtad. Fidelidad.
Traición. Lealtad. Fidelidad.
Centrémonos en las relaciones humanas en sentido amplio y preguntémonos que es la "lealtad", la "fidelidad".
Para el que no lo tenga claro, y hay muchas personas que no lo tienen, la fidelidad no es más que la constancia en los afectos (no sólo de naturaleza amorosa, como tienden algunos a pensar), es el creer en el que tienes enfrente y el no defraudar la confianza que en tí han depositado. En eso, y no en otra cosa, consiste la fidelidad, la lealtad en último término.
Creo en la lealtad, aunque a buen seguro, en alguna ocasión, alguien puede haber sentido que le he traicionado. Sin embargo, porque creo en ella, intento, preservar mis relaciones personales de cualquier agresión consciente a esa lealtad que les debo a los que forman parte de mi círculo de relación y creo poder esperar lo mismo de ellos. No siempre lo consigo, claro, pero pienso que es lo mínimo que se puede ofrecer a quien te acompaña por el camino y es lo mínimo que se puede exigir al que pretende caminar a tu lado. Sin lealtad no hay amistad.
Volviendo a las "potencialidades humanas", explórenlas, todos las tenemos residiéndo en algún punto indeterminado del cerebro.
El día a día, los años y las relaciones humanas nos ayudan a desarrollarlas. Pueden estar seguros de ello. Presten atención y verán como intuyen, huelen y pueden incluso sentir en la propia piel, algunas cuestiones tan sorprendentes como estas de las que ahora les hablo.
El día a día, los años y las relaciones humanas nos ayudan a desarrollarlas. Pueden estar seguros de ello. Presten atención y verán como intuyen, huelen y pueden incluso sentir en la propia piel, algunas cuestiones tan sorprendentes como estas de las que ahora les hablo.
Y cómo colofón final, la pregunta ¿Por qué hoy me habrá dado por esto? La respuesta es que no lo sé. Aún no tengo desarrolladas todas mis potencialidades pero, a buen seguro, alguna explicación tiene, si la descubro, prometo contarlo.
Feliz fin de semana :)
Lo malo de las lealtades es que se pueden quebrantar.
ResponderEliminarSabes, a mi están saliendo vibrisas y me ayudan mucho.
Felíz fin de semana, Anita. Eres la Anita entre todas las Anitas.
Y cibernéticamente te quiero.
Buen fin de semana.
KENIT
Es lo que tenemos los entes electrónicos,las cadenas de bits, nos hacemos de guerer. Feliz fin de semana.
ResponderEliminar:)