sábado, 5 de febrero de 2011

TRAICIÓN


Dicen que los seres humanos tenemos cinco sentidos. Sin embargo, creo que, además de ellos, tenemos unas potencialidades sensoriales que aún no hemos conseguido desarrollar, conocer, controlar o incluso darle un nombre.  Por eso, a veces, las llamamos intuiciones, premoniciones, etc.  
Mientras me tomo un té con menta, pienso en  las mías propias. En mi capacidad para adelantarme a algunos acontecimientos y en la de imaginar cual va a ser el siguiente paso en la cadena de sensaciones.
Son facultades y posibilidades por desarrollar de las que disponemos todos, de eso estoy segura, no es que yo sea especial. 
Algunas son magníficas aunque nos lleven a tremendas realidades. Por eso, somos capaces de sentir los buenos momentos antes incluso de que estén aquí, pero también llegar a sentir que nos van a traicionar.
Alguien dirá que la palabra "traición" es gruesa y tiene razón, lo es. ¿Se puede entender, comprender o incluso disculpar, que alguien en quien se confia pueda quebrantar, sin rubor alguno, la lealtad que a otro debe, sin considerarlo algo gordo? A mí, la traición, siempre me ha parecido uno de los actos más repugnantes del que es capaz el ser humano, entre otras cosas por las devastadoras consecuencías que  puede tener sobre las personas y por la maldad intrinseca  que muestra el traidor cuando su traición es dolosa, conocida y querida. Por eso, no me duele calificarla de  repugnante y de gruesa.

Traición. Lealtad. Fidelidad.

Centrémonos en las relaciones humanas en sentido amplio y preguntémonos que es la "lealtad", la "fidelidad".

Para el que no lo tenga claro, y hay muchas personas que no lo tienen, la fidelidad no es más que la constancia en los afectos (no sólo de naturaleza amorosa, como tienden algunos a pensar), es el creer en el que tienes enfrente y el no defraudar la confianza que en tí han depositado. En eso, y no en otra cosa, consiste la fidelidad, la lealtad en último término.

Creo en la lealtad, aunque a buen seguro, en alguna ocasión, alguien puede haber sentido que le he traicionado.  Sin embargo, porque creo en ella, intento, preservar mis relaciones personales de cualquier agresión consciente a esa lealtad que les debo a los que forman parte de mi círculo de relación y creo poder esperar lo mismo de ellos. No siempre lo consigo, claro,  pero pienso que es lo mínimo que se puede ofrecer a quien te acompaña por el camino y es lo mínimo que se puede exigir al que pretende caminar a tu lado. Sin lealtad no hay amistad.

Volviendo a las "potencialidades humanas", explórenlas, todos las tenemos residiéndo en algún punto indeterminado del cerebro. 
El día a día, los años y las relaciones humanas nos ayudan a desarrollarlas. Pueden estar seguros de ello. Presten atención y verán como intuyen, huelen  y pueden incluso sentir en la propia piel, algunas cuestiones tan sorprendentes como estas de las que ahora les hablo.

Y cómo colofón final, la pregunta ¿Por qué hoy me habrá dado por esto? La respuesta es que no lo sé. Aún no tengo desarrolladas todas mis potencialidades pero, a buen seguro, alguna explicación tiene, si la descubro, prometo contarlo.

Feliz fin de semana :)

2 comentarios:

  1. Lo malo de las lealtades es que se pueden quebrantar.
    Sabes, a mi están saliendo vibrisas y me ayudan mucho.
    Felíz fin de semana, Anita. Eres la Anita entre todas las Anitas.
    Y cibernéticamente te quiero.
    Buen fin de semana.
    KENIT

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  2. Es lo que tenemos los entes electrónicos,las cadenas de bits, nos hacemos de guerer. Feliz fin de semana.
    :)

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