"La descubrí enseguida. Dentro hacía un calor sofocante, pero ella, sentada de espaldas a la puerta continuaba con el abrigo puesto. Yo no podía apartar la mirada de aquel abrigo rojo, Me senté a la mesa del fondo y pedí un café. Luego, tomé un periódico que tenía a mano y, mientras simulaba leerlo, la estuve observando. Ella tenía una taza de café sobre la mesa, pero, por lo que pudo ver no lo tocó. De pronto sacó un cigarrillo del bolso y lo encendió con un mechero dorado, pero, aparte de eso, permaneció todo el tiempo inmóvil, sin mover un músculo, con la vista clavada en la ventana. Podía pensarse que sólo estaba descansando, pero también que se hallaba sumida en profundas cavilaciones. Yo leí el mismo artículo una vez tras otra mientras sorbía mi café."
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