"...Es tu cuerpo, el latido de tu cuerpo, tan cerca de su centro que la vida lo aturde..."
Buceando en la inmensa pecera, buscando una traducción de los poemas de Charles Simic, lo encontré. No pude evitar hacerlo mío. Sólo espero que Jordi Doce me perdone y entienda que todo me aturde.
Al hilo de la siesta las callejas se adensan
en un silencio impenetrable; es entonces
cuando, en este verano solícito, la luz
ensaya su apariencia más palpable
y gravita tenaz sobre el asfalto,
confirma las virtudes del sosiego.
Crecen en esta hora extrañas formas
de la belleza: el fardo demudado del aire,
la quietud de metal de las ramas, la terca
grisalla de estos muros que la hierba puntea.
Miro el conjunto con desgana
desde el abrigo fiel de nuestro cuarto
y me miro igualmente a su través:
apenas una sombra en el cristal,
un súbito estremecimiento,
este molino en la cabeza
que me recuerda el tiempo transcurrido.
Tendida entre las sábanas, casi desnuda,
te desperezas vacilante,
con gestos tan fingidos que tú misma sonríes.
Tomo conciencia entonces de mi cuerpo
y me aguija esta rara semejanza
con las cosas que ahora nos rodean:
así las calles o mi cuerpo, tanto da,
la gris materia inerte
a manos de la luz o de tus manos,
lo que espera a vivir, y a vivir con violencia,
en el seguro pálpito que envuelve y enardece.
en un silencio impenetrable; es entonces
cuando, en este verano solícito, la luz
ensaya su apariencia más palpable
y gravita tenaz sobre el asfalto,
confirma las virtudes del sosiego.
Crecen en esta hora extrañas formas
de la belleza: el fardo demudado del aire,
la quietud de metal de las ramas, la terca
grisalla de estos muros que la hierba puntea.
Miro el conjunto con desgana
desde el abrigo fiel de nuestro cuarto
y me miro igualmente a su través:
apenas una sombra en el cristal,
un súbito estremecimiento,
este molino en la cabeza
que me recuerda el tiempo transcurrido.
Tendida entre las sábanas, casi desnuda,
te desperezas vacilante,
con gestos tan fingidos que tú misma sonríes.
Tomo conciencia entonces de mi cuerpo
y me aguija esta rara semejanza
con las cosas que ahora nos rodean:
así las calles o mi cuerpo, tanto da,
la gris materia inerte
a manos de la luz o de tus manos,
lo que espera a vivir, y a vivir con violencia,
en el seguro pálpito que envuelve y enardece.
*Jordi Doce
Chet Baker -
ya! si el carño, el amor , el que a uno le quieran, cosas tan bonitas nos aturde.. no me quiero imaginar que pasaria con lo feo.Muy bonito el poema,Noire.
ResponderEliminarLa foto teien algo de Virgen María, me gusta.
ResponderEliminarMe cuesta mucho la poesía, pero seguiré intentándolo.
ResponderEliminarBuenas noches, y hasta mañana.
Esta léela poco a poco. Esta te gustará. Buenas noches
ResponderEliminarsi yo fuera Jordi te perdonaría absolutamente!
ResponderEliminarNo sabes lo que me alegra Raúl.
ResponderEliminar:)))
A mi los poetas no me gustan, son muy asquerosos.
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