Shui me indicó, con gestos delicados, que debía caminar por encima del estrecho montículo que bordeaba el sembrado, procurando no pisarlo. Seguí sus instrucciones e intenté avanzar caminando poco a poco, colocando primero un pié, luego el otro y así, una y otra vez, intentado ajustar la bota a la estrechez del terraplén.
Mantener el equilibrio no era sencillo, por eso aleteaba los brazos para sostenerme y no besar la tierra esponjosa.
Mantener el equilibrio no era sencillo, por eso aleteaba los brazos para sostenerme y no besar la tierra esponjosa.
Unas botas enormes, la falta de costumbre y el barro que se fundía en mis suelas, convertían cada paso en un malabarismo preciso que no conseguía realizar con una mínima elegancia. Provoqué las risas de los que, desde el otro lado del camino, observaban mis torpes intentos por avanzar imitando la destreza de Shui.
Una risa contagiosa me llevó al arrozal y allí, rodeada de diminutas espigas, hundí las manos en el agua cenagosa, y sentí que más allá de lo evidente, de lo efímero de algunas cosas, de la torpeza con la que me movía, era capaz de sentir que mi existencia cobraba sentido.
Todo lo que crece en el agua es extraño.
ResponderEliminarSólo algunas cosas, otras son muy corrientes. Buenas noches
ResponderEliminarSupongo que si extrapolamos ese arrozal a nuestra vida cotidiana, en algún momento también le encontraremos sentido. Al menos, estaría bien.
ResponderEliminarQue seamos agua y que acabemos regresando a la tierra no es puro azar. El contacto con los elementos regenera.
ResponderEliminarClaro Javier, el arrozal es meramente anecdótico. Que tengas una buena semana.
ResponderEliminarRamon I. tienes más razón que un santo. Mi relción con el agua,estoy segura que tampoco es puro azar, aunque sea en una pileta y con cloro hasta las trancas. Y vamos si regenera!!!! Petons
ResponderEliminarDisfrutar de la esencia de este planeta te demuestra en ocasiones lo diminuto que eres. Preciosa entrada.
ResponderEliminarMuchas gracias Sergio :)
ResponderEliminarMuy chulo; yo trabajo en la investigación agronómica del arroz. He estado miles de veces metido en el arrozal, con las botas, junto al Coto de Doñana, rodeado de flamencos (no los de Sevilla). Aún no me he caído, pero es habitual, jejeje!
ResponderEliminarvi a tiersen en viernes en el SOS, precisamente, aunque quizás no era el escenario apropiado para la intimista espiritualidad que pretendió con su actuación, con todo el mundo hablando, sin el debido respeto. para tu entrada va cojonudo, eso sí.
ResponderEliminarQüaking eres sorprendente :))
ResponderEliminarRául,no me cabe en la cabeza a Tiersen si no es un lugar íntimo. Besos