He decidido no dedicarle más de cuarenta minutos a colgar el cartel de cerrado. Tengo el tiempo milimetrado, tan justo que sólo así puedo dejarlo todo como debe estar. Mañana a estas horas estaré volando. Esta vez el equipaje personal es pequeño, lo necesario para sobrevivir y nada más.
Me llevo muy pocas cosas, sólo lo imprescindible. Entre ellas un par de libros, un bloc de notas y mi cámara. Así que he cerrado la maleta, guardado la documentación y he respirado profundamente. Ya están contados y empaquetados los cuadernos, lapiceros, sacapuntas, plastilinas, pelotas de goma, muñecotes de trapo, tizas y borradores que van a cruzar el mundo. Todo está dentro de un contenedor que excede de peso y por el que pagaré unas tasas descomunales. Todo está preparado, todo incluso yo.
He terminado de hacer las llamadas de rigor a la familia y amigos. Buena gente que se queda más preocupada que de costumbre. Entre ellos se rumorea que “mis cosas” empiezan a rozar la locura. No terminan de encajar que la falta de noticias será una buena noticia, pero así va a ser.
Llega la hora de los “hasta pronto” que cada vez pronuncio con la voz más baja. Y es que cuando uno cree que está de vuelta de algunas cosas, le entran algunas manías, algunas rareza, y a mi me ocurre una como esta, mis "hasta pronto", "hasta luego" son cada vez menos rotundos, menos sonoros.
Sin embargo, pese a eso, no puedo evitar que me ocurra como al jefe de los piratas del cuento de Peter Pan. Temo que el "hasta pronto" sea demasiado optimista y en realidad se convierta en un "adiós". Ya se sabe que un cambio inesperado puede dejar en el limbo de la nada muchas cosas, entre ellas las que uno quiere que los demás sepan o no olviden. Por eso, antes de estos cuarenta minutos finales, he estado escribiendo notas y correos electrónicos que quedarán en la bandeja de salida de mi cuenta de correo electrónico programados por si el destino decide torcerse, nunca se sabe.
Dicho lo anterior, poco más puedo decir, sólo que espero que tengan un buen verano, que lo disfruten y que sean felices.
Cuídense.
“Corteza, agua y piedra.
En las mejillas ligeros surcos
¡qué simple belleza!
No tardarán en caer y desvanecerse
Con esa leve y fugaz fuerza
Arañamos apenas la tierra”.
En las mejillas ligeros surcos
¡qué simple belleza!
No tardarán en caer y desvanecerse
Con esa leve y fugaz fuerza
Arañamos apenas la tierra”.
-Árbol thanaka-
The Communards -