Creo en la capacidad de reconstrucción de las personas. Sin embargo, para que esa capacidad de recuperación, sanación, que algunos llaman resiliencia, se desarrolle se necesita una voluntad de hierro y tener la enorme suerte de encontrar buenos compañeros de viaje. Quizá, en este punto sea donde las cosas se nos ponen más difíciles, más cuesta arriba. Encontrar quien te acompañe en un regreso casi infernal puede ser un milagro.
Corren malos tiempos para los acompañamientos incondicionales. Nadie soporta demasiado tiempo a quien anda sumido en un estado de tristeza o de melancolía producto de lo que sea. Los consejos se suceden uno tras otro esperando que generen una respuesta inmediata del apenado que no se da nunca de manera pronta e inmediata.
Olvidamos que cada uno tiene su propio ritmo y que la superación de determinadas vivencias, sentimientos o situaciones requieren recolocarse y eso, pese a lo que molesta a los que se encuentran alrededor, suele requerir de un tiempo que no siempre se comprende. En ese momento, cuando uno más lo precisa, las deserciones de los que inicialmente estuvieron allí se suceden en cascada y se hacen más patentes que nunca, sin dejar otra estela que la del adiós incomprendido.
Salir fortalecido de los contratiempos, del dolor emocional, depende, aunque no lo creamos, de la suerte de encontrar en nuestro camino a buena gente, personas que se mantengan impasibles e inamovibles ante el vaivén del que, en pleno proceso de recuperación, recae las veces que su vida requiera.
Michel Camilo and Tomatito -
Debes preocuparte lo menos posible.
ResponderEliminarLa vida son renglones y renglones seguidos, hasta que se llena la cuartilla.
Un beso.
Ya lo dijo, lo escribió, Torcuato Luca de Tena, renglones torcidos. A veces, claro. Bss
ResponderEliminarQuiero creer que si existen esos compañeros de viaje que están a nuestro lado cuando las cosas no nos van bien. Y están ahí hasta el final. Lo que a veces me pregunto es si yo sabré ser uno de ellos.
ResponderEliminarBesos
Me ha tocado especialmente este texto. En situaciones así, es cuando me reto ha seguir ahí, acompañando, no sé si es bueno o malo , pero esa actuación me hace "a peser de..." estar agusto en mi piel.
ResponderEliminarSí Pilar, los hay, pero normalmente no lo sabemos hasta que nos encontramos sumergidos en esos estados. Sólo entonces o incluso cuando estos han pasado, somos capaces de apreciar quien ha estado ahí. Sólo entonces podemos ver como algunas personas, por las que habríamos apostado todos nuestros enteros,quedaron atrás. Pero haberlos, los hay. Cada uno sabemos hasta donde queremos estar y con quien. Y seguro que tú sabes por quién y hasta donde estarías dispuesta a "estar". Bss
ResponderEliminarPoma. Cada uno sabe por quien apuesta, algunas veces nos equivocamos, pero si no apostamos seguro que no ganamos nunca.
ResponderEliminarSí, pero... Esta reflexión me lleva a una pregunta: ¿Merecemos (de verdad) encontrar en nuestro camino a esas personas?
ResponderEliminarPues depende. Como el destino pendula hacia un lado y otro de la balanza, en ocasiones nos encontramos a personas que no nos merecemos y otras encontramos personas que no nos merecen. La ley del pendulo. Ni más, ni menos.
ResponderEliminarLas muletas están bien, pero no hay que confiar en ellas. Lo principal es saber quién eres, tener claro que tú eres tú independientemente de tus circunstancias. Los demás bastante tienen con estar cuando están.
ResponderEliminarAsí es Ginebra, pero con compañía, de la buena, las cosas siempre son mejor aunque, como dices, hay que saberse muy bien.
ResponderEliminarMe gusta verte aquí. Gracias