lunes, 30 de enero de 2012

BUSCANDO EL TONO


Creo deber alguna disculpa por ahí, y creo que me deben algunas. Pero pedir perdón no es sencillo. Reconozco que en ocasiones he demorado la disculpa porque, pese a saber que la debía, me crujía tener que darla, pero siempre es cuestión de serenarse y, pasado un tiempo, no me duelen prendas darlas cuando creo que tengo que pedirlas aunque, en ocasiones, ese pedir disculpas me coloque en una aparente desventaja frente aquel que las acoge. Y es que algunas personas reciben el perdón como una especie de triunfo que les coloca un escalón por encima de la cabeza de quien se disculpa. Pero lo cierto es que cuando uno se disculpa de verdad, porque cree que debe hacerlo, se queda más a gusto que dios, con independencia de lo que piensen los demás.

Todo esto viene a cuento de unas disculpas que, tal vez, ha llegado la hora de pedir, y por otras tantas que creo debo recibir. Y, esta noche, mientras volvía a casa en el autobús, con la nariz helada por un invierno que nos ha caído como un mazazo en esta falsa primavera en la que vivíamos hasta ayer, leía un párrafo de Auster que explica un poco todo esto que ahora digo.

   “Creí que sería sencillo, pero tuve que intentarlo seis o siete veces antes de encontrar el tono adecuado. Pedir perdón a alguien es un asunto complejo, un ejercicio de delicado equilibrio entre el terco orgullo y el apesadumbrado cargo de conciencia, y a menos que uno sea realmente capaz de abrirse a la otra persona, toda disculpa adquiere un timbre falso y vacio”.

Puede que empiece a escribir una carta, si encuentro el “tono adecuado”, pero yo no soy “Tío Nat”, y puede que tarde lo mío, claro.

7 comentarios:

  1. Gracias por tu disculpa, Anita. ¿Ves como siempre tengo razón?

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  2. Si el destinatario de la carta lee esto igual acepta la disculpa sin necesidad de más. Creo que lo de menos es lo que se dice, lo de más es tener la intención de disculparse.

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  3. Pues no sé Carlos, yo creo que algunas cosas hay que decirlas expresamente porque de lo contrario quedán ahí y a veces pueden enquistarse. Y sí claro, la intención cuenta pero el otro tiene que "pillarla" :)
    PD.: Pasé por tu casita.

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  4. Vaya, acabo de verlo. Qué casualidad, Qué bonito relato puede salir de ahí. Anita escribiendo en el sitio de Carlos mientras Carlos comenta donde Anita.... No sé que pasa en medio pero sí como acaba. Carlos y Anita acaban intercambiando sus blogs.

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  5. Las disculpas , dadas o recibidas , sólo sirven sin son "sinceras", a la para que claras¡¡¡
    :)

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