lunes, 20 de febrero de 2012

REHAB

 

Nunca me ha llamado la atención ver a personas hablando solas, a fin de cuentas, a lo largo de toda mi vida he mantenido inacabables monólogos conmigo misma y diálogos con personas que no estaban presentes. Una manera que ordenar mi pensamiento, de ordenar las cosas que pensaba debía decir y no decía, de envenenarme o complacerme adelantándome un paso a lo que preveía iba a venir. También es verdad que con el tiempo, y a la vista del adelantamiento de acontecimientos que me causaban más preocupación que gusto, empecé a aparcar las conversaciones a uno porque devenían poco efectivas. Cuando tenían un interlocutor que no estaba presente, eran la antesala de un fiasco. Así que reservé esa costumbre para momentos muy concretos y sólo para conversar conmigo misma.

Puede que por eso no me he sorprendido cuando este mediodía, mientras ahogaba las ganas de fundirme en negro en un triste café americano, mi vecino de mesa ha empezado a sostener un largo discurso sobre la influencia anglosajona en los países asiáticos y sobre como vivir con eso. Parecía que leía el periódico y eso despistaba al principio. De vez en cuando levantaba el bolígrafo apuntando enérgicamente sus admoniciones y seguía con un discurso que, apenas que uno prestara atención, carecía de todo sentido. Debo reconocer que el anciano, con un aspecto medianamente descuidado, tenía la voz modulada de un locutor de radio pronunciando un discurso disparatado

En la televisión plana que pende sobre la cabeza del viejo venerable, un video de Amy Winehouse. Hace semanas que no tomo un café tan malo; ni escucho una canción tan terrible; ni que el discurso de alguien, que cree que nadie le escucha, me parece tan interesante.

Salgo a la calle y por un minuto le contemplo tras el cristal. Frente a su café aguado, continúa apuntalando su discurso a base de golpecitos al aire. Es hora de volver al trabajo. Mientras desando los cincuenta metros caminados, me doy cuenta que estoy hablando sola, casi murmurando y que mi abrigo, ese que ayer era maravilloso, parece un poco más deslucido que hace unas horas.

Alguien pensará que he perdido el norte, es posible pero a mí me parece, como poco, entretenido.


Amy Winehouse - rehab






2 comentarios:

  1. Relato hermoso.
    Hablar consigo mismo, hablar con Dios, qué más da.
    La autocatarsis da más paciencia, y acompaña entre tanta soledad.
    Un chucho.

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  2. Sí. No importa. Tengo la paciencia del Santo Job.
    Beso

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