Cuando estoy mentalmente cansada, o paso por épocas decepcionantes (con los demás, conmigo misma), me tiro en plancha a realizar tareas manuales. Cuando no es posible, pienso en algo que sólo pueda realizar con mis manos y lleno mi pensamiento de esa sola acción. Pienso en ello continuamente. Me imagino, de manera recurrente, en una cadena colocando el mismo tornillo una y otra vez. Un movimiento preciso: colocar, girar, colocar, girar y así infinitas veces. Es sencillo, si no desvío la atención del tornillo, sobrevivo. Desde hacía un par de días tenía la sensación de que algo se estaba quebrando. Lo sentía de verdad. Hoy lo sé. Por eso atornillo una y otra vez, sin parar. Si dejo de colocar y girar esas infinitas veces que necesito, me puedo derrumbar. Por eso atornillaré, mil días si es necesario, para no volver a retroceder a la sensación de salto al abismo que ya digerí en un pasado muy cercano.
Paco de Lucia -
Tu punto de apogo un tornillo o lo que sea, da igual.El caso es no derrumbarse. Y si por aquello del azar (o por narices, necesariamente) recaes, salta entera, sin miedo ¡¡¡
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