martes, 1 de junio de 2010

LA BESTIA DEL CORAZÓN (fragmento) Herta Müller


“Todo el mundo tenía un amigo en cada pedazo de nube ,es lo que pasa con los amigos en un mundo donde todo es terror. También mi madre me dijo: es muy normal los amigos no vienen a cuento piensa en cosas más serias” (Gellu Naum).

Cuando callamos nos tornamos desagradables, dijo Edgar. Cuando hablamos, nos tornamos ridículos.
Llevábamos demasiado rato en el suelo, delante de las fotos. Se me habían dormido las piernas de estar sentada. Con las palabras en la boca aplastamos tantas cosas como con los pies sobre la hierba. Pero también con el silencio Edgar guardó silencio. Aún hoy puedo imaginarme una tumba. Sólo un cinturón, una ventana, una nuez y una soga. Cada muerte es para mí como un saco. Si te oyen decir eso, digo Edgar, te tomarán por loca.
Y cuando pienso en ello, tengo la sensación de que cada muerto deja tras de sí un saco repleto de palabras. Siempre me acuden a la mente el barbero y la tijera de manicura, porque los muertos ya no los necesitan. Y también se me ocurre que los muertos ya no perderán un botón.
Tal vez intuyen cosas distintas a nosotros, dijo Edgar, tal vez intuyen que el dictador es un error. Poseían la prueba, pues también nosotros éramos un error para nosotros mismos. Porque en este país nos veíamos obligados a andar, comer, dormir y amar con miedo hasta que volvíamos a necesitar al peluquero y la tijera de manicura.
Alguien que sólo por el hecho de andar, comer, dormir y amar hace cementerios, digo Edgar es un error aún mayor que nosotros. Es un error para todos, un error dominante.
La hierba despunta sobre la cabeza. Cuando hablamos queda segada. Pero también cuando callamos. Y entonces, la segunda y tercera hierba crece a su antojo. Y pese a todo, somos afortunados.

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