DOS LUNARES Y LA COLA DE LA OSA MAYOR

Ella, tendida en la cama, en una postura de absoluto abandono. Duerme, un sueño inducido por la resaca de lo vivido momentos antes. Él, se ha sentado frente a la cama en una postura nada abandonada, el pie reposando sobre la rodilla y en la mano un cigarrillo. Fuma y mientras fuma la mira, la observa, la estudia y se recrea en lo que ve. La dejadez de un cuerpo, de unas piernas que reposan sobre la colcha de cualquier manera, de unos brazos que abrazan la almohada, de un pecho que oscila al ritmo de la pausada respiración de quien descansa. Contempla la escena y se pasea por ella como si no formara parte de la misma, aunque apenas hace unos instantes estaba junto a ella, abrazado a su cintura, bebiendo de su boca, entregándose hasta su propio agotamiento. Pero ahora está desdoblado, ya no es él, se ha transformado es el espectador de ese cuerpo liviano que está a unos centímetros de su otro yo. Una postura imposible, nada estudiada. Algo le llama la atención mientras contempla un seno apenas visible bajo la sabana mal acomodada. Y es ahí, donde empieza la curvatura de un escote generoso, perdidos entre esa oquedad fugaz, donde hay dos pequeños lunares, perfectamente alineados, formando la cola de una minúscula constelación réplica de la Osa Mayor. 
Se acerca sigilosamente, le parece oír un murmullo que le pide pose sus labios sobre aquellos lunares. No lo puede resistir, el desdoblamiento se desvanece, desaparece el espectador, y se sumerge en la búsqueda de esos dos lunares sobre los que posa unos labios húmedos, besándolos con una intesidad renovada mientras siente en su nuca la calidez de una mano que le acompaña en un nuevo acto de amor.

chet baker - i waited for you