Hoy a las 7 de la mañana me estaba enfundando mi traje de la "Sirenita" y mientras ajustaba el elástico de las gafas, he escuchado, tras un muro de taquillas, la conversación que mantenían dos mujeres, dos chicas, sobre los 20 tantos años. Una sollozaba y la otra hablaba. No he podido evitarlo, me he sentado en la bancada y he escuchado parte de la conversación, con mi presencia camuflada tras ese montón de armaritos de contrachapado que no resisten un sólo murmullo (tomaré nota de no hablar según que cuestiones en un vestuario). "Menuda mierda, meses tonteando, esperando todo el verano y por fin el fin de semana cuando nos vimos finalmente nos enrollamos. Desde entonces no he vuelto a saber nada más, no me ha llamado, no me coje el télefono. Se lo ha tragado la tierra. ¿pero no le gustaba tanto? ¿no se lo pasaba tan bien conmigo? ¿no era la que mejor lo entendía?, es que no lo entiendo", en resumen el discurso de la sollozante era éste y, el de la otra era: "este tio es un cretino. Olvídalo". LLegados a este punto, me he levantado de la bancada y me he ido a lo mío, a fin de cuentas el final de la historia ya me lo sabía, no es más que una historia mil veces repetida, y el final, pese a que ella ahora no lo crea, será feliz. Pero mientras nadaba, iba dando vueltas a la cabeza a lo que acababa de oir y en algo que me paso a mí ayer justamente. Durante una comida, no de jovencitos precisamente, las personas que allí estaban contaban como andaba su vida, lo que hacían sus hijos, sus divorcios, sus trabajos, etc., en definitiva, sus cosas y en un momento dado uno de los presentes, el que había sido tan interesante, tan controvertido, tan enigmático, tan guapo, al ser preguntado por su vida, dijo "YO, como siempre, ya sabes, prometer hasta meter y una vez metido olvidar lo prometido". Me dieron ganas de clavarle el tenedor en todo el cogote, entre otras cosas porque, hace algunos años, la que se preguntaba lo mismo que la niña de la piscina era yo, todo por un cretino que ha continuado siéndolo con el tiempo, sólo que ahora ya no tiene nada de interesante, es totalmente previsible y hasta incluso un poco patético a estas alturas.
Y es que los cretinos lo son a los 20, a los 30, a los 40 e incluso más.
Suerte tenemos que se nos pasa pronto y al final no cargamos con el mochuelo.
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