domingo, 13 de diciembre de 2009

EL ÚLTIMO BAILE



Le tiende la mano mientras le sonríe. Un ligero roce de dedos ya nudosos antes de atrapar su mano con firmeza para llevarla a sus labios y depositar sobre ella un beso que se convierte en una leve caricia. La contempla con una mirada acuosa mientras le pregunta “¿bailas?”, “por supuesto”, parece decir ella con una casi imperceptible inclinación de cabeza. Llevan media vida esperando este baile. La pista, una azotea pobremente iluminada por el reflejo de los balcones y ventanas cercanas. ¿Bailas? Dos ancianos frente al mundo. Media vida en vilo y ahora, cogidos de la cintura, intentan acompasar los pies cansados a una vieja balada que se oye por el tragaluz, no es una casualidad. Noche de primavera, las primeras canículas y dos personas en un terrado en un eterno ceremonial. Hoy vuelven a unir su azar en un momento final, un último baile, los dos lo saben. Han atravesado media vida, buscándose, escapándose, siempre presentes el uno en la vida del otro. Años pasados, matrimonios llevados hasta el final, hijos y un amor que nunca se perdió. Ahora bailan y seguirán así durante horas, lo sé porque en los últimos años me han deleitado con la misma imagen, dos ancianos bailando, abrazados como sólo pueden hacerlo los que se aman de verdad. Hoy miro desde el terrado contiguo, no pueda reprimir una extraña sensación de invadir una intimidad que no me pertenece. Mientras, fumo el último cigarrillo esperando a que termine el Cd que coloqué a las diez en punto, como hago desde hace ya varios años todos los 5 de junio.
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