lunes, 21 de diciembre de 2009

TAN POQUITA COSA -BIENVENIDO A CASA, JOSÉ-


Tiene prisa por salir en la semana más fría del año. No debería estar aquí, no era su hora, debería permanecer durante dos meses más a cobijo en el vientre de su madre, el hogar más confortable que jamás encontrará. Pero ha decidido imponerse al tiempo, a las inclemencias del mundo y presentarse inesperadamente para que, este año, las navidades de sus padres sean ya completamente distintas. Ha nacido con siete meses, toda una urgencia por llegar. Hoy ya está en su casa, con sus papás. Ha dormido plácidamente en su cuna, en la que fácilmente podría perderse, mientras su madre, su padre y la que escribe esto, le contemplaban sin acabar de creer que ya esté aquí. Y sí, tiene siete meses de gestación y cinco días de vida, es todo un campeón.

Hoy ha sido día muy especial. José por fin está en su casa y yo, como tía de adopción (conozco a su madre desde hace más de dos décadas y ya no me quita nadie el puesto), quiero desearle muchas cosas, entre otras todas aquellas que nada tienen que ver con lo material, pues eso cualquiera lo puede conseguir. Sólo quiero que la vida le sea amable, que no le falten las risas, que aprenda a pensar por si mismo, que tenga capacidad de crítica, que aprenda a escuchar, que no tenga miedo a los cambios, que se deje querer y ame con toda la pasión de la que sea capaz. Que no tenga miedo a las tempestades, ni a reconocer debilidades. Que no sufra por tener que girar a medio camino, que no se duela de las caídas de la vida y que se levante con firmeza cada vez que tropiece. Que sea lo más auténtico posible porque en la autenticidad está la verdadera distinción. Pero sobre todo, lo que más le deseo es que sea feliz y nos ayude a los demás a serlo un poco más como lo ha hecho viniendo al mundo.

Bienvenido a casa José.


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