Paso el dedo por el cristal llevándome el rastro de tu último aliento.
Con el frío de la tarde y el vaho en la ventana, jugamos a escribir los últimos deseos (tú, yo, hoy). Pero es tan frágil la consistencia de un aliento que el calor del índice ha diluido cualquier atisbo de realidad y permanencia. Hoy, sólo escribo "te extraño"
Ray LaMontagne -
Muy bello texto, Anita.
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarBreve pero intenso, me gusta.
ResponderEliminarEs precios, el faig meu.
ResponderEliminar:).