Me lleva de la mano hasta el escaparate de una concurrida calle. Míralo, ¿lo ves? Me acerco al cristal, casi pego la nariz, pero no consigo ver nada. Le digo que no veo nada, que ahí dentro no hay nada. Es sólo una tienda cerrada, un montón de escombros en el centro de lo que parecía haber sido una cafetería o algo parecido. No sé que es lo que quiere que vea. Insiste en que mire, y yo insisto en que no veo nada.
Comienza a caminar despacio, calle abajo, sin esperarme. Corro un poco para alcanzarle, estirando el brazo hasta que consigo rozar su hombro. Vuelvo a preguntarle que quería que viera. Hace un alto en el camino, me mira como si fuera una extraña. Es lo último que quedaba de nosotros, de los dos, lo has olvidado.
Para un taxi, entra en él y desaparece de mi vista mezclado entre un tráfico imposible.
Me siento estúpida parada en mitad de esta avenida, sin saber que hago aquí, por qué me ha tenido que traer de nuevo hasta este lugar. Vuelvo sobre mis pasos. No sé porqué motivo, siento ganas de llorar.
Comienza a caminar despacio, calle abajo, sin esperarme. Corro un poco para alcanzarle, estirando el brazo hasta que consigo rozar su hombro. Vuelvo a preguntarle que quería que viera. Hace un alto en el camino, me mira como si fuera una extraña. Es lo último que quedaba de nosotros, de los dos, lo has olvidado.
Para un taxi, entra en él y desaparece de mi vista mezclado entre un tráfico imposible.
Me siento estúpida parada en mitad de esta avenida, sin saber que hago aquí, por qué me ha tenido que traer de nuevo hasta este lugar. Vuelvo sobre mis pasos. No sé porqué motivo, siento ganas de llorar.
james morrison -
Anita, no sé porqué, cada día me gustan más tus textos .
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