martes, 27 de marzo de 2012

SPAM


Hace unos días me contaron la estrategia empleada por unos amantes para intercambiar sus clandestinas notas de amor. Utilizaban una única cuenta de correo y una sóla contraseña. La compartían bajo un supuesto nombre comercial, una cuenta a la que nunca llegaban más que correos absurdos y spam. Sin embargo, en las entrañas de esa cuenta  anodina, sin aparente interés, se escondía una carpeta de borradores que contenía una fabulosa y apasionada historia.

Mientras borro la ingente cantidad de correo basura que puebla mi cuenta de correo electrónico, pienso en esa historia de predecible final fatal. Sigo borrando y con cierta reserva entro en mi carpeta de borradores y allí, entre notas de trabajo, encuentro la confesión de una inconfesable debilidad.

La leo despacio y, mientras la envió al limbo de la nada con un solo click, pienso que tal vez lo de aquellos amantes no fue tan original.

8 comentarios:

  1. Puedes pensar que la originalidad no existe, que tú eres la originalidad o incluso que las dos cuentas coinciden porque tú eras la amante.

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  2. Yo? no, no. Yo sólo tengo apuntes contables y una carta de confesión al inspecto de hacienda que me estaba inspeccionando en la que me acordaba de su familia. Poco más.

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  3. Bah! No te creo! Seguiré pensando que eras la poseedora de la originalidad!

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  4. Bueno, la imaginación es libre. Pero te digo yo que me cayó una paralela de la Agencia Tributaria, vive dios si me cayó :)

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  5. cuando muramos y lleguemos al cielo allí estará todo el spam que rechazamos en vida, flotando, esperándonos, los alargamientos de pene, los sucedáneos del viagra, las apuestas en el casino... sodoma y gomorra!

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  6. Que miedo!! Mira que como la condena, en mi caso, sea sobrellevar un gigantesco pene enormemente desarrollado por un "fitbander", verás como me muero de nuevo.

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  7. Joer no mola nada lo de tu borrador de AGENCIA TRIBUTARIA ¡¡ Mucho mejor las confesiones amatorias.:)

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  8. Ya te digo yo que no mola. Me ayudó en la operacion bikini aún sabiendo de mi inocencia y que todo obedecía a las distintas interpretaciones de la normativa fiscal.

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